Charles Bukowski a 81 años de su natalicio

Recién me enteré que hoy era su cumpleaños.  Me imagino que alguna vez lo supe pero me olvidé o le resté importancia.

Este poeta, escritor maldito, si tal cosa existe, marcó e influyó considerablemente en mí hace muchos años cuando jugaba a ser poeta y el mundo me parecía una mierda insoportable.  Tal vez, me pregunto, esa sea la explicación de que su poesía permanezca en mi biblioteca en silencio.

Agarré una antología de él, hice correr sus páginas y frené al encontrar una señalada, a propósito o no, no lo sé.  Pero por alga ha de ser esa y no otra y en su cumpleaños la quiero compartir con los habitantes de la blogosfera.

Ellos no comen como nosotros

Mi padre comiendo

Sus orejas se movían.

Masticaba con gran vigor.

Yo deseaba que estuviera en el infierno.

Miraba el tenedor en su mano.

Lo miraba meterse la comida en la boca.

Mi comida no tenía sabor y estaba muerta.

Los pedacitos de conversación de mi padre

se introducían en mi cabeza.

 Las palabras caían por mi espalda

y se derramaban en mis zapatos.

“Come Henry”, decía mi madre.

Él decía, “mucha gente se muere de hambre

y no come tan bien como nosotros”.

Yo quería que estuviera en el infierno.

Miraba su tenedor.

Juntaba mi comida y se la metía en la boca.

Masticaba con un estilo de perro.

Sus orejas se movían.

Yo estaba listo para las brutales palizas que me daba.

Pero verlo comer tría la oscuridad.

Ahí sobre el mantel.

Ahí con el servilletero de madera verde y azul.

“Comé o te cago a patadas”, me decía.

Más tarde en la vida le hice pagar de algún modo.

Pero todavía me debe.

Y ya no voy a cobrar.