João Vicente Goulart. Filósofo, poeta, empresario y director presidente del Instituto Presidente João Goulart. Edita y dirige el portal informativo brasileño www.pagina64.com.br. Actualmente, encabeza la denuncia judicial que intenta reabrir el caso sobre la supuesta muerte natural de su padre en Argentina. Oficialmente, el presidente brasileño Goulart falleció de muerte natural en diciembre de 1976 durante su exilio en Argentina. Sin embargo, su hijo denuncia que el derrocado Jefe de Estado fue víctima de una operación regional orquestada por las dictaduras del Cono Sur
El Golpe de Estado contra el presidente brasileño João Goulart en 1964 fue significativo en la región porque inauguró un sangriento ciclo de dictaduras latinoamericanas. Ahora, su familia –utilizando como herramienta política al lulista Instituto Presidente João Goulart– está tratando de esclarecer cuáles fueron las verdaderas causas de su supuesta muerte natural, producida en territorio argentino durante el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla. En ese sentido, su hijo João Vicente Goulart entiende que una operación regional de los servicios secretos sudamericanos en el prólogo del denominado Plan Cóndor adulteró la medicación de su papá cuando estaba exiliado en Buenos Aires y eso lo llevó irremediablemente a la muerte: “Un agente uruguayo me reveló perfectamente cómo habría sido hecho el atentado. Lo que hicieron fue intoxicar un medicamento que vino de Francia para el Hotel Liberty, donde mi papá tenía reuniones con otros exiliados como los dirigentes uruguayos Torres y Michelini. Mi padre no falleció de muerte natural, lo asesinaron”. Además, João Vicente Goulart advierte que tocará las puertas de los tribunales de Justicia que sea necesario para esclarecer el caso Goulart, incluso los tribunales argentinos: “Sería terriblemente triste para mi país recibir de parte del Gobierno argentino el pedido de exhumación de un ex presidente brasileño”.
–La presidencia de João Goulart fue fruto del surgimiento de una política progresista, popular y de izquierda en el Brasil. Luego, finalmente, el derrocamiento de su gobierno fue una obra de la CIA norteamericana. ¿No es así?
–Efectivamente, el ex embajador norteamericano durante el mandato de mi padre, Lincoln Gordon, declaró en el año 2002 en una entrevista a dos emisoras brasileñas haber usado 5 millones de dólares de fondos secretos de la agencia CIA para derribar el gobierno de João Goulart. Entonces, mi familia inicia el primer juicio en un país latinoamericano contra el gobierno de los Estados Unidos por su responsabilidad en la intervención de un Golpe de Estado. Recordemos que mi padre asume en una situación crítica por los avances sociales que se habían propuesto en el famoso proyecto de las reformas de base. Y estas políticas incluían la nacionalización de las refinerías petroleras, la ley de remesas de lucros de las empresas extranjeras, la reforma agraria, educacional; en fin, varios pasos que ponían a Brasil en la vanguardia de la no más dominación del eje americano. Lamentablemente, en aquel momento la política norteamericana no iba a admitir otro país u otro gobierno procomunista en América latina, como ellos decían. Ellos ya habían sufrido la victoria del régimen cubano en su hegemonía y a partir de Brasil en 1964 empiezan los golpes de Estado en toda América latina. En el ’75 y ’76 sólo Venezuela tenía un gobierno democrático, el de Andrés Pérez. Por ahí nos damos cuenta de cómo la política americana fue tremendamente pro-dictadura militar y que esto se extiende hasta empezar la distensión política con la victoria del presidente Jimmy Carter que exige por los derechos humanos en América latina.
–Quiero volver un poco a ese año 1964 porque hay una señora en Brasil que ahora sale como una de las mujeres más influyentes del mundo en la revista Forbes, una señora que por esos años fue luchadora, presa y torturada, y que hoy es la Presidenta de Brasil. También en ese momento, Brasil vivió una resistencia, aunque quizá pequeña en cuanto a la capacidad de luchar contra semejante maquinaria tan poderosa como constituían las fuerzas armadas más los sectores pudientes de la política tradicional brasilera. Concretamente, ¿qué recuerdo tiene la familia Goulart de lo que era el movimiento insurgente y de personas como Dilma Rousseff?
–La resistencia en Brasil se da después del golpe y fue muy importante porque en ese momento las dictaduras eran tremendamente fuertes y preparadas para luchar, no contra un enemigo externo, sino contra el pueblo en sí y sus reivindicaciones. Hoy, la Presidenta Rousseff llega al gobierno cargada de una inmensidad de votos en un posicionamiento diciendo que el pueblo, no sólo el brasileño, sino el pueblo latinoamericano, está cansado de los golpes de Estado. Tenemos, igualmente, muchas dificultades en Brasil en lo que se refiere a la revisión de nuestra ley de amnistía. Tenemos mucho por caminar, mucho por andar. En ese sentido, el Instituto Presidente João Goulart que dirigimos es uno de las organizaciones que lucha por la revisión de dicha impunidad pero, sin duda, tenemos un largo camino para caminar acá sobre los derechos humanos.
–He visto en alguna nota biográfica que a su padre la organización argentina Triple A le intentó realizar un atentado en Buenos Aires.
–Sí, eso fue en Buenos Aires, en enero de 1976. Mi padre tenía un escritorio en la Avenida Corrientes 354.
–¡Qué memoria!
–Debajo del Hotel Liberty, donde después sucedieron los secuestros de Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini.
–Dos dirigentes uruguayos.
–Y en ese momento, él tenía un campo en Mercedes, Corrientes. Había salido de mañana cuando paró un comando, un coche fuerte, de esos de transporte de valores, con dos Falcon sin patente. Subieron hasta el escritorio pero sólo había dos secretarias. Revisaron la entrada con ametralladoras y se fueron. Ése fue el primer intento y lo dejó un poco preocupado. Ya cuando él fallece estaba pensando en ir a vivir a Europa esperando las elecciones municipales que habría en Brasil para pensar en su retorno. Pero no sucedió.
–Llegamos al punto en el que, posiblemente, ahora en Argentina tenga que abrirse una investigación sobre qué sucedió cuando muere Jango.
–Él fallece en su estancia de Mercedes. Tenía problemas del corazón, había perdido 20 kilos pero estaba muy bien de salud en ese momento. La gran sorpresa que hubo es que no se permitió hacer la autopsia ni en Argentina ni en Brasil cuando llega el féretro; ni siquiera abrir el cajón que lo transportaba. Esto fue el 6 de diciembre de 1976, plenísima dictadura militar.
–No se les permitió a los médicos hacer la autopsia de un ex presidente constitucional de otro país.
–Lo más interesante de todo eso es que se abre una investigación en Brasil y aparece un ex agente del servicio secreto uruguayo, Neira Barreiro, que está preso acá en Brasil en una prisión de seguridad máxima. A través del Instituto Presidente João Goulart, en un convenio con la TV Senado, nosotros hicimos un documental llamado Jango en tres actos en la cual fuimos a la prisión y levantamos sus declaraciones. Él está preso por contrabando de armas, robo y falsificación ideológica y cuenta perfectamente cómo habría sido hecha la operación. Lo que hicieron fue cambiar un medicamento que vino de Francia para el Hotel Liberty, donde mi papá tenía reuniones con otros exiliados como Torres y Michelini. Incluso, ese comprimido habría sido cambiado en el Hotel Liberty.
–Eso lo declara este agente de inteligencia uruguayo que está preso.
–Lo declara claramente para la Policía Federal Brasileña. Después de eso, nosotros abrimos una investigación en Brasil. En nuestro país, por culpa de la ley de amnistía, si pasaron más de 20 años, el Código Penal genera la prescriptibilidad de un posible asesinato, por ejemplo. Entonces, tuvimos que provocar a la Justicia brasileña, a través del Instituto Presidente João Goulart, solicitando la investigación para que el Ministerio Público se interesase por la muerte de un ex presidente.
–Cuando uno empieza a posar la atención sobre cómo fue la ingeniería de la represión en Latinoamérica, donde la política de Estados Unidos se posa primero en Brasil y después se expande al resto del continente, hasta terminar en esto, donde fraguaron medicamentos para camuflar el atentado contra Goulart. Fraguarlo de esa manera refleja la astucia y la maldad que había en esos años. ¿Hicieron alguna presentación en la Justicia Argentina para reabrir el caso Goulart?
–Con respecto al asesinato de mi padre, según este agente uruguayo, los venenos introducidos en la medicación de papá vinieron de Chile y fueron distribuidos en la jefatura de policía de Montevideo en una reunión donde se encontraba el jefe de las fuerzas armadas uruguayas y un agente argentino que fue quien cambió los remedios en el Hotel Liberty. Inclusive, estaba un personaje que poca gente tiene conocimiento pero que fue de fundamental importancia, llamado Frederick Latrash. Este agente americano era el chief of station de la CIA americana en Montevideo. En aquel momento, Buenos Aires no tenía jefe de estación de la CIA y este personaje fue el agente autorizado en septiembre de 1976 para la Operación Escorpión y así terminar con la vida del presidente João Goulart. Nosotros estamos esperando la decisión que va a tomar el Ministerio Público de Brasil, pero ya estamos con toda la documentación preparada. Ya, una vez, el Ministerio Público de Río Grande do Sul quiso archivar el proceso como si no hubieran pruebas suficientes para proceder a la exhumación, por ejemplo, porque hoy existe la gran posibilidad de descubrir si hubo envenenamiento o no. Si al Ministerio Público de Brasil no le interesa, llevaremos todo a la Justicia argentina donde casualmente no existe prescriptibilidad de los crímenes de asesinatos políticos y nosotros ingresaríamos pidiendo que, como murió en territorio argentino, investigue la muerte del ex presidente brasileño. Eso sería para nosotros una gran frustración y sería terriblemente triste para nuestro país recibir de parte del Gobierno argentino el pedido de exhumación de un ex presidente brasileño. Pese a todo, nosotros desde el Instituto Presidente João Goulart llevaremos esto adelante; inclusive, ahora que ya fue descubierto cómo envenenaron los servicios secretos del Plan Cóndor el cuerpo del ex presidente chileno Frei, y que tenemos fecha cierta para conocer si se podrá exhumar o no el cuerpo del presidente derrocado Salvador Allende y así saber si fue asesinado o si se trató de un suicidio.
–Le agradezco por su claridad y porque escuchándolo uno tiene la posibilidad de tomar dimensión de lo que son las venas abiertas de América latina.
–Quedamos en contacto porque tengo algunos otros documentos muy interesantes para enviarle y así dar conocimiento al pueblo argentino, del cual yo tengo un gran recuerdo y grandes amigos.
–La presidencia de João Goulart fue fruto del surgimiento de una política progresista, popular y de izquierda en el Brasil. Luego, finalmente, el derrocamiento de su gobierno fue una obra de la CIA norteamericana. ¿No es así?
–Efectivamente, el ex embajador norteamericano durante el mandato de mi padre, Lincoln Gordon, declaró en el año 2002 en una entrevista a dos emisoras brasileñas haber usado 5 millones de dólares de fondos secretos de la agencia CIA para derribar el gobierno de João Goulart. Entonces, mi familia inicia el primer juicio en un país latinoamericano contra el gobierno de los Estados Unidos por su responsabilidad en la intervención de un Golpe de Estado. Recordemos que mi padre asume en una situación crítica por los avances sociales que se habían propuesto en el famoso proyecto de las reformas de base. Y estas políticas incluían la nacionalización de las refinerías petroleras, la ley de remesas de lucros de las empresas extranjeras, la reforma agraria, educacional; en fin, varios pasos que ponían a Brasil en la vanguardia de la no más dominación del eje americano. Lamentablemente, en aquel momento la política norteamericana no iba a admitir otro país u otro gobierno procomunista en América latina, como ellos decían. Ellos ya habían sufrido la victoria del régimen cubano en su hegemonía y a partir de Brasil en 1964 empiezan los golpes de Estado en toda América latina. En el ’75 y ’76 sólo Venezuela tenía un gobierno democrático, el de Andrés Pérez. Por ahí nos damos cuenta de cómo la política americana fue tremendamente pro-dictadura militar y que esto se extiende hasta empezar la distensión política con la victoria del presidente Jimmy Carter que exige por los derechos humanos en América latina.
–Quiero volver un poco a ese año 1964 porque hay una señora en Brasil que ahora sale como una de las mujeres más influyentes del mundo en la revista Forbes, una señora que por esos años fue luchadora, presa y torturada, y que hoy es la Presidenta de Brasil. También en ese momento, Brasil vivió una resistencia, aunque quizá pequeña en cuanto a la capacidad de luchar contra semejante maquinaria tan poderosa como constituían las fuerzas armadas más los sectores pudientes de la política tradicional brasilera. Concretamente, ¿qué recuerdo tiene la familia Goulart de lo que era el movimiento insurgente y de personas como Dilma Rousseff?
–La resistencia en Brasil se da después del golpe y fue muy importante porque en ese momento las dictaduras eran tremendamente fuertes y preparadas para luchar, no contra un enemigo externo, sino contra el pueblo en sí y sus reivindicaciones. Hoy, la Presidenta Rousseff llega al gobierno cargada de una inmensidad de votos en un posicionamiento diciendo que el pueblo, no sólo el brasileño, sino el pueblo latinoamericano, está cansado de los golpes de Estado. Tenemos, igualmente, muchas dificultades en Brasil en lo que se refiere a la revisión de nuestra ley de amnistía. Tenemos mucho por caminar, mucho por andar. En ese sentido, el Instituto Presidente João Goulart que dirigimos es uno de las organizaciones que lucha por la revisión de dicha impunidad pero, sin duda, tenemos un largo camino para caminar acá sobre los derechos humanos.
–He visto en alguna nota biográfica que a su padre la organización argentina Triple A le intentó realizar un atentado en Buenos Aires.
–Sí, eso fue en Buenos Aires, en enero de 1976. Mi padre tenía un escritorio en la Avenida Corrientes 354.
–¡Qué memoria!
–Debajo del Hotel Liberty, donde después sucedieron los secuestros de Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini.
–Dos dirigentes uruguayos.
–Y en ese momento, él tenía un campo en Mercedes, Corrientes. Había salido de mañana cuando paró un comando, un coche fuerte, de esos de transporte de valores, con dos Falcon sin patente. Subieron hasta el escritorio pero sólo había dos secretarias. Revisaron la entrada con ametralladoras y se fueron. Ése fue el primer intento y lo dejó un poco preocupado. Ya cuando él fallece estaba pensando en ir a vivir a Europa esperando las elecciones municipales que habría en Brasil para pensar en su retorno. Pero no sucedió.
–Llegamos al punto en el que, posiblemente, ahora en Argentina tenga que abrirse una investigación sobre qué sucedió cuando muere Jango.
–Él fallece en su estancia de Mercedes. Tenía problemas del corazón, había perdido 20 kilos pero estaba muy bien de salud en ese momento. La gran sorpresa que hubo es que no se permitió hacer la autopsia ni en Argentina ni en Brasil cuando llega el féretro; ni siquiera abrir el cajón que lo transportaba. Esto fue el 6 de diciembre de 1976, plenísima dictadura militar.
–No se les permitió a los médicos hacer la autopsia de un ex presidente constitucional de otro país.
–Lo más interesante de todo eso es que se abre una investigación en Brasil y aparece un ex agente del servicio secreto uruguayo, Neira Barreiro, que está preso acá en Brasil en una prisión de seguridad máxima. A través del Instituto Presidente João Goulart, en un convenio con la TV Senado, nosotros hicimos un documental llamado Jango en tres actos en la cual fuimos a la prisión y levantamos sus declaraciones. Él está preso por contrabando de armas, robo y falsificación ideológica y cuenta perfectamente cómo habría sido hecha la operación. Lo que hicieron fue cambiar un medicamento que vino de Francia para el Hotel Liberty, donde mi papá tenía reuniones con otros exiliados como Torres y Michelini. Incluso, ese comprimido habría sido cambiado en el Hotel Liberty.
–Eso lo declara este agente de inteligencia uruguayo que está preso.
–Lo declara claramente para la Policía Federal Brasileña. Después de eso, nosotros abrimos una investigación en Brasil. En nuestro país, por culpa de la ley de amnistía, si pasaron más de 20 años, el Código Penal genera la prescriptibilidad de un posible asesinato, por ejemplo. Entonces, tuvimos que provocar a la Justicia brasileña, a través del Instituto Presidente João Goulart, solicitando la investigación para que el Ministerio Público se interesase por la muerte de un ex presidente.
–Cuando uno empieza a posar la atención sobre cómo fue la ingeniería de la represión en Latinoamérica, donde la política de Estados Unidos se posa primero en Brasil y después se expande al resto del continente, hasta terminar en esto, donde fraguaron medicamentos para camuflar el atentado contra Goulart. Fraguarlo de esa manera refleja la astucia y la maldad que había en esos años. ¿Hicieron alguna presentación en la Justicia Argentina para reabrir el caso Goulart?
–Con respecto al asesinato de mi padre, según este agente uruguayo, los venenos introducidos en la medicación de papá vinieron de Chile y fueron distribuidos en la jefatura de policía de Montevideo en una reunión donde se encontraba el jefe de las fuerzas armadas uruguayas y un agente argentino que fue quien cambió los remedios en el Hotel Liberty. Inclusive, estaba un personaje que poca gente tiene conocimiento pero que fue de fundamental importancia, llamado Frederick Latrash. Este agente americano era el chief of station de la CIA americana en Montevideo. En aquel momento, Buenos Aires no tenía jefe de estación de la CIA y este personaje fue el agente autorizado en septiembre de 1976 para la Operación Escorpión y así terminar con la vida del presidente João Goulart. Nosotros estamos esperando la decisión que va a tomar el Ministerio Público de Brasil, pero ya estamos con toda la documentación preparada. Ya, una vez, el Ministerio Público de Río Grande do Sul quiso archivar el proceso como si no hubieran pruebas suficientes para proceder a la exhumación, por ejemplo, porque hoy existe la gran posibilidad de descubrir si hubo envenenamiento o no. Si al Ministerio Público de Brasil no le interesa, llevaremos todo a la Justicia argentina donde casualmente no existe prescriptibilidad de los crímenes de asesinatos políticos y nosotros ingresaríamos pidiendo que, como murió en territorio argentino, investigue la muerte del ex presidente brasileño. Eso sería para nosotros una gran frustración y sería terriblemente triste para nuestro país recibir de parte del Gobierno argentino el pedido de exhumación de un ex presidente brasileño. Pese a todo, nosotros desde el Instituto Presidente João Goulart llevaremos esto adelante; inclusive, ahora que ya fue descubierto cómo envenenaron los servicios secretos del Plan Cóndor el cuerpo del ex presidente chileno Frei, y que tenemos fecha cierta para conocer si se podrá exhumar o no el cuerpo del presidente derrocado Salvador Allende y así saber si fue asesinado o si se trató de un suicidio.
–Le agradezco por su claridad y porque escuchándolo uno tiene la posibilidad de tomar dimensión de lo que son las venas abiertas de América latina.
–Quedamos en contacto porque tengo algunos otros documentos muy interesantes para enviarle y así dar conocimiento al pueblo argentino, del cual yo tengo un gran recuerdo y grandes amigos.
• GOULART Y PERÓN, UN SÓLO CORAZÓN
– ¿Cómo recuerda esos años de exilio, siendo niño, en nuestro país y en Montevideo?
–Tengo grandes recuerdos. No sólo de Uruguay, también de Argentina de los dos años que viví en Buenos Aires. Claro que en 1964, cuando nosotros llegamos a Montevideo, fuimos muy bien recibidos. Uruguay tenía una tradición democrática de años, el pueblo uruguayo recibió a João Goulart como el presidente constitucional de Brasil. Lamentablemente, como estábamos hablando, la política americana generó que después de algunos años y del golpe en Brasil, sucesivamente fueron cayendo como piezas de dominó todos los gobiernos latinoamericanos llegando a ese punto que estábamos hablando en que, en cierto momento, sólo Venezuela tenía un gobierno democrático, vamos a decirlo así, porque exactamente era pro-americano. Igualmente, nosotros tenemos algunos recuerdos no tan buenos. Hubo en cierto momento, después del golpe en Uruguay, una cierta esperanza con el retorno del presidente Perón a Argentina, inclusive era amigo de mi padre todavía de la época del gobierno de Vargas. Hay una cosa muy curiosa, inclusive, João Goulart lo llamaba General y Perón lo llamaba Janguito. Tal vez fue por la época en que él era presidente y Jango muy joven ministro todavía, cuando fue a Buenos Aires como ministro a conocer el programa laboral argentino y estuvo algunas veces con la ministra Eva Perón en la época. En el año ’73, todavía antes de que Perón retornara a Argentina, nosotros estuvimos –yo tenía 16 años– en Puerta de Hierro, Madrid. Me acuerdo, claramente, que el General Perón le dijo a papá: “No Jango, no te preocupes que hasta fin de año estaremos en Argentina y desde allí vamos a promover una esperanza de libertad para Latinoamérica”. Recuerdo también que en la época de Lanusse había mandado a España a devolverle el cargo de general.
–Con el coronel Cornicelli. Tiene una memoria para los datos de la Argentina que es impresionante.
–¿Sabes lo que le dijo Perón a Jango?: “Que para llegar a general del Ejército Argentino me costaron quince o veinte años en la academia, pero para llegar a General Perón me costó…”. Y dijo una palabra que no se puede decir por un medio público. Realmente, hubo una esperanza muy grande con el retorno de Perón a la Argentina. Lamentablemente, todos saben lo que sucedió. Perón vino, de cierta manera, cercado por López Rega y compañía y todas esas cosas que sucedieron. Lamentablemente, no pudo hacer lo que quería en Argentina. Después de su muerte sabemos la expectativa que se había creado en Argentina con varios líderes de diferentes países, brasileños, uruguayos, bolivianos y chilenos que estaban en Argentina, todos líderes que lucharon en sus países por sus constituciones, por la libertad y la justicia social; nosotros sabemos lo que pasó y que con la creación de la Triple A, Plan Cóndor, etcétera, fueron exterminados.
– ¿Cómo recuerda esos años de exilio, siendo niño, en nuestro país y en Montevideo?
–Tengo grandes recuerdos. No sólo de Uruguay, también de Argentina de los dos años que viví en Buenos Aires. Claro que en 1964, cuando nosotros llegamos a Montevideo, fuimos muy bien recibidos. Uruguay tenía una tradición democrática de años, el pueblo uruguayo recibió a João Goulart como el presidente constitucional de Brasil. Lamentablemente, como estábamos hablando, la política americana generó que después de algunos años y del golpe en Brasil, sucesivamente fueron cayendo como piezas de dominó todos los gobiernos latinoamericanos llegando a ese punto que estábamos hablando en que, en cierto momento, sólo Venezuela tenía un gobierno democrático, vamos a decirlo así, porque exactamente era pro-americano. Igualmente, nosotros tenemos algunos recuerdos no tan buenos. Hubo en cierto momento, después del golpe en Uruguay, una cierta esperanza con el retorno del presidente Perón a Argentina, inclusive era amigo de mi padre todavía de la época del gobierno de Vargas. Hay una cosa muy curiosa, inclusive, João Goulart lo llamaba General y Perón lo llamaba Janguito. Tal vez fue por la época en que él era presidente y Jango muy joven ministro todavía, cuando fue a Buenos Aires como ministro a conocer el programa laboral argentino y estuvo algunas veces con la ministra Eva Perón en la época. En el año ’73, todavía antes de que Perón retornara a Argentina, nosotros estuvimos –yo tenía 16 años– en Puerta de Hierro, Madrid. Me acuerdo, claramente, que el General Perón le dijo a papá: “No Jango, no te preocupes que hasta fin de año estaremos en Argentina y desde allí vamos a promover una esperanza de libertad para Latinoamérica”. Recuerdo también que en la época de Lanusse había mandado a España a devolverle el cargo de general.
–Con el coronel Cornicelli. Tiene una memoria para los datos de la Argentina que es impresionante.
–¿Sabes lo que le dijo Perón a Jango?: “Que para llegar a general del Ejército Argentino me costaron quince o veinte años en la academia, pero para llegar a General Perón me costó…”. Y dijo una palabra que no se puede decir por un medio público. Realmente, hubo una esperanza muy grande con el retorno de Perón a la Argentina. Lamentablemente, todos saben lo que sucedió. Perón vino, de cierta manera, cercado por López Rega y compañía y todas esas cosas que sucedieron. Lamentablemente, no pudo hacer lo que quería en Argentina. Después de su muerte sabemos la expectativa que se había creado en Argentina con varios líderes de diferentes países, brasileños, uruguayos, bolivianos y chilenos que estaban en Argentina, todos líderes que lucharon en sus países por sus constituciones, por la libertad y la justicia social; nosotros sabemos lo que pasó y que con la creación de la Triple A, Plan Cóndor, etcétera, fueron exterminados.
http://sur.elargentino.com/notas/mi-padre-joao-goulart-fue-asesinado-por-el-plan-condor
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