"Hasta ahora, los filósofos han tratado de comprender el mundo; de lo que se trata sin embargo, es de cambiarlo" Karl Marx
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jueves, 17 de abril de 2014
sábado, 5 de octubre de 2013
Palabras de Charles Chaplin: “Cuando me amé”
Cuando
me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el
lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que
eso tiene nombre… autoestima.
Cuando
me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no
son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Cuando
me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera diferente, y comencé a ver
que todo lo que acontece contribuye a mi crecimiento. Hoy sé que eso se llama… madurez.
Cuando
me amé de verdad, comencé a comprender por qué es ofensivo tratar de forzar una
situación o a una persona, solo para alcanzar aquello que deseo, aún sabiendo
que no es el momento o que la persona (tal vez yo mismo) no está preparada. Hoy
sé que el nombre de eso es… respeto.
Cuando
me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que no fuese saludable:
personas y situaciones, todo y cualquier cosa que me empujara hacia abajo. Al
principio, mi razón llamó egoísmo a esa actitud. Hoy sé que se llama… amor hacia uno mismo.
Cuando
me amé de verdad, dejé de preocuparme por no tener tiempo libre y desistí de
hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro. Hoy hago lo que
encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero y a mi propio ritmo. Hoy sé,
que eso es… simplicidad.
Cuando
me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y, con eso, erré
muchas menos veces. Así descubrí la… humildad.
Cuando
me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y de preocuparme por
el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es donde la vida acontece.
Hoy vivo un día a la vez. Y eso se llama… plenitud.
Cuando
me amé de verdad, comprendí que mi mente puede atormentarme y decepcionarme.
Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, es una valiosa aliada. Y
esto es… saber vivir!
No
debemos tener miedo de cuestionarnos… Hasta los planetas chocan y del caos
nacen las estrellas.
Charles Chaplin.
sábado, 31 de agosto de 2013
Z de Zanahoria
Se
me ocurren múltiples maneras de pensar “zanahoria”.
Zanahoria
como sinónimo de color naranja y naranja es mi color. Se dice que ese color está relacionado con mi
signo: Leo. Que el naranja es el color
que libera las emociones negativas, nos hace sentir menos inseguros. También que es un color que estimula la
mente, renueva la ilusión en la vida y se torna un perfecto antidepresivo. Y agregan los expertos en colores que hay
palabras clave para cada uno de ellos y naranja
es energía, alegría, felicidad, atracción, creatividad.
También
se me ocurre “zanahoria” como engaño. Una treta colgando a cinco centímetros de
cuanto puede estirar su pescuezo el burro que camina persiguiendo eso que está
delante de él y aun así no podrá atrapar jamás.
Zanahoria-Z-naranja
final de mis Días de Abecedario.
Con
este serán veinte y siete post, veinte y siete textos, de todo tipo y
estilos. Donde la mayoría no valen
demasiado pero hay algunos en que afloró algo de mí que estaba guardado.
Concluyo
mis “Días de Abecedario”, convencido de que lo que me dejó este mes es mucho
más que un par de textos publicados en blog.
Me he llenado de dudas y preguntas y eso está bueno, estoy vivo,
consciente de evitar caer en la trampa, al menos por hoy.
Me
despido, termino. Ahora tendré más
tiempo de leer los días, las letras de otros blogueros y blogueras que se
animaron al desafío.
Me
despido de mis “Días de Abecedario”, fue muy lindo este viaje porque como otros
viajes, el azar me trajo acá, me hizo conocer gente maravillosa e inolvidable…
“Z”
de última letra; “Z” de último día. “Z”
que no es fin, si no comienzo de otro camino…
Te querés sumar a este
juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de
Camino Mundos) de escribir
tantos días como letras tiene el alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez
al mes porque no tenés tiempo por ejemplo, entonces te podes sumar al Veo Veo.
Y de Yo Yo
No
se trata de un ataque caprichoso y egocéntrico, sino que hoy es día “Y”, día de
“Yo Yo” o “Yoyó” según se prefiera. Ese
juguete que se resiste a ser olvidado y desplazado por teléfonos celulares,
play station y no sé cuántas otras cosas más.
Viva el Yo Yo!!!
Habría
que hacer una campaña para fomentar su uso.
Porque si bien aun uno puede verlo de vez en cuando en alguna juguetería
o kiosco, claro que con imágenes de Ben 10 o una tal Violeta. El mítico juguete se resiste a desaparecer.
El Yo Yo a lo
largo de la historia
Se
han encontrado vasijas de hace unos 2000 años en Grecia que nos hablan de la
existencia de este peculiar juguete.
También se lo conocía en China y se dice que su nombre proviene del “Tagalo”,
idioma malayo, donde “Yo Yo” significa volver.
Otra curiosidad, es que hasta hace unos 400 años los malayos usaban el
Yoyó como un arma.
Hacia
el año 1800 el juguete fue importado a Europa desde Oriente y los ingleses, sus
importadores le darían el nombre de “Banderole,
Quiz o el juguete del Príncipe de Gales.
También los franceses le pondrían nombres como: Emigrette y incroyabe y
se dice que Napoleón solía divertirse con este juguete.
El
Yo Yo, supo tener momentos de una aceptación espectacular y hasta hubo yoyós carísimos
y de oro, como los Gold Fusion, de
Playmaxx.
Yo Yo Cómo usarlo
El
Yo Yo requiere cierta habilidad y empeño.
No es un juego así no más. Enroscar
el hilo en su eje (recordemos que el Yo Yo, son dos pequeños platos, como tapas
de alfajor unidos por un eje, dejando un pequeño espacio entre ambas tapas por
donde pasa el cordón)
El
cordón no está anudado al eje sino que el cordón lo ahorca, humn qué fea expresión
pero no se ocurre otra, y así es como el Yo Yo puede moverse libremente.
El
cordón no debe tener más de 70 centímetros, aunque sus medidas pueden variar
según la altura del jugador pero con 70 u 80 centímetros para mí estaría bien.
Enroscarlo
correctamente no es sencillo, porque como dijimos el hilo no está atado
entonces hay que hacerlo de modo tal que trabe y se enrosque permitiendo luego
que el juguete suba y baje.
Ah,
fundamental, el cordón debe estar sujeto al dedo índice, ahorcándolo también,
de lo contrario nuestro juguete se convertirá en un misil capaz de romper
vidrios el jarrón de la abuela o peor aun terminar golpeando la frente de
alguien.
Bien. Habiendo aprendido estos primeros paso
pasemos a jugar:
Si
lo nuestro es el juego sin más bastaría con hacerlo ir y venir de arriba abajo desenroscándose
y enroscándose nuevamente pero seguro que esto, a los diez minutos ya aburrió y
el pobre Yo Yo termina tirado por ahí.
A
pesar de que nunca fui un experto jugador algunos trucos solían salirme…
Les
dejo un link de la Asociación Mexicana de Yo Yo para los que se atrevan a incursionar
en este divertidísimo juego.
Te querés sumar a este
juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de
Camino Mundos) de escribir
tantos días como letras tiene el alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez
al mes porque no tenés tiempo por ejemplo, entonces te podes sumar al Veo Veo.
Enterate en que consiste cada juego en “Juegos entre blogueros”
miércoles, 28 de agosto de 2013
X de Xerófilo
Después
de México, Argentina es uno de los países con mayor número y variedad de
cactus. A lo largo y ancho del país uno
puede encontrarlos sin excepción en la montaña, las sierras, valles o
pampa. En zonas cálidas, templadas y
hasta muy frías.
Se
me ocurre que uno podría trazar una “Ruta del cactus” pero ese será un post que
he de escribir otro día.
Amante
de los cactus en muchos viajes que he realizado solía traerme como “trofeo” un
cactus. Una locura porque como se sabe,
muchos poseen espinas gruesas y pinchudas como un alfiler y sin embargo siempre
me la ingenié para traerme alguno a mi casa y hoy, la mayoría, porque algunos murieron
con el tiempo engalana mi jardín.
Hoy
ya no me traigo más cactus en mi mochila y prefiero fotografiarlos. En mí último viaje, el que le dio inicio a Rumbeando por Ahí. Tenía esa intención. Salir a fotografiar cactus y el único libro
que llevaba en mi mochila cuando salí se llama “100 Cactus Argentinos” De ahí
surgió la idea de retratarlos, fotografiarlos porque me convencí que no debía
seguir arrancándolos de su hábitat si en cualquier vivero uno consigue
cualquier especie y hay muchas que corren peligro en sus espacios naturales.
Bueno,
luego, los que leen el blog ya saben.
Salí para cualquier lado y de cactus poco y nada pero ya llegará ese
viaje por la ruta de los cactus. Tal
vez, libro en mano, sea el cartógrafo que lo dibuje y luego lo corrija cuando
recorra mi propio camino…
Para
quien guste les dejo un enlace a mi face, donde podrán ver un álbum de mis
cactus, sus nombres e historia! CACTUS,
UN EXTRAÑO AMOR ME UNE A ELLOS!!!
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juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de
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tantos días como letras tiene el alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez
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domingo, 25 de agosto de 2013
W de Wolframio
Sabía
que si elegía esa ruta me iba a ser difícil encontrar quien me llevara.
Por
delante tenía cientos de kilómetros hasta el pueblo donde vive o viviría
Wolframio. Digo viviría, aunque mejor
sería decir ¿vivirá? Porque en el pueblito de dónde partí, donde
me hablaron de él e hiso estallar mi curiosidad, no me podían asegurar si aun
viviría. Ni siquiera podían asegurarme
si estábamos hablando de una persona de verdad.
Más aun, una de las vecinas intento desalentarme, sugiriéndome que no
intentara viajar por esa ruta del diablo y me hizo toda una descripción de los
peligros que me aguardaban.
Me
llevaron algunos kilómetros por esa ruta de la que ya nadie recuerda su
nombre. Me bajé de la chata en una
especie de cruce. Yo debería seguir y mi
chofer doblaría a la izquierda hacia otro pueblo.
“Hasta acá te
puedo traer”
me dijo. “Estás seguro, mirá que por acá de suerte va a encontrar a alguien” me
decía mientras me ayudaba a sacar la mochila de la camioneta.
Antes
de salir me había aprovisionado. Un río
de agua clara y fría no estaba a más de un kilómetro en paralelo a mi
camino. Tenía lo suficiente para llegar
aunque mal no fuera caminando.
Jacinto
volvió a su vehículo, le dio media vuelta al arranque y antes de acelerar,
necesitó confirmar que no me iría con él.
Entonces le di unas palmadas al capot y este arrancó dejando una estela
de polvo hasta que ya no lo vi más.
Al
cabo de una hora de marcha, sin ser experto en huellas y cosas así, estaba
seguro que por ahí hacía tiempo, tal vez nunca, había pasado un vehículo a
motor. Qué si habría de llegar a destino
iba a ser a pie. ¿Pero en cuánto
tiempo? No tenía idea de cuánto tendría
que caminar y carecía de todo instrumento de medición.
Caminaba
una hora y descansaba quince o veinte minutos.
El primer día no tuve necesidad de ir a buscar agua y recién lo hice a
la mañana siguiente.
Al
cabo de unas horas. Decidido a pasar mi
primera noche en esa soledad absoluta despejé de cuanta piedra pude del suelo y
armé mi carpa. Cené y luego me dormí
cuando aún quedaba un hilo de luz.
La
rutina se repetiría durante cuatro días con sus noches. Salvo por algún que otro pájaro y arbustos no
había visto ser vivo alguno. Tampoco
señas de que algún hombre anduviera por ahí.
No había basura, ni huellas, hasta que al cuarto día a media mañana
encontré bosta. No era fresca, pero tampoco
estaba lo suficientemente seca, o sea que por ahí, además de ese animal, podía
suponer que hubiera andado alguien.
Recién
el quinto día de marcha al fin encontré rastros de humanidad. Mis botellas de agua estaban casi vacías y
entonces seguí el murmullo del río, que a juzgar por cuanto caminé, a ese punto
estaría a sólo unos 400 metros. Para mi
sorpresa descubrí que en la orilla de enfrente estiradas sobre las rocas había
todo tipo de ropa secándose al sol. Pero
no había nadie a la vista. Seguí
avanzando hacía el curso de agua y ya no cabía duda de lo que veía.
Grité,
pero nadie apareció. Tampoco veía un
lugar que me permitiera alcanzar la otra orilla y entonces opté por
esperar. Temía que si recorría la margen
del río buscando un puente podría desencontrarme con ese alguien que había estado
allí. Además, no estaba en condiciones
de arriesgar más al azar.
Esperé
horas. Tiré piedras al río y cada tanto
volvía a gritar. Nada. Todo igual.
Sólo el arrullo del agua y el viento hasta que en algún momento, contra
mi voluntad, me dormí.
No
sé cuánto tiempo pasé dormido pero al despertarme la ropa no estaba. Con un insulto en la boca me levanté y
comencé a gritar con toda la fuerza que podía.
Gritaba como un condenado y ya me decidía a atropellar contra el río
cuando apareció un nene de no más de diez años.
Sin
responderme una sola pregunta, estiró su pequeño brazo y con el me hacía
señas. Me indicaba un punto a
seguir.
Me
cargué la mochila en la espalda y seguí la dirección que me indicaba. Caminé unos metros y descubrí que el río
hacía una curva detrás de unos árboles, que veía por cierto, pero estos me
tapaban esa curva y que ahí, a metros no más, había un precario puente de
troncos y barro.
No
lo podía creer, lo tenía a unos metros y no lo sabía…
El
niño no me hablaba. Más aun, no me
permitió acercármele siquiera.
Cuando
me tuvo cerca se echó a caminar y ante su mutismo lo seguí.
Salimos
del río para internarnos en un monte y mientras permanecíamos en el sendero,
Camilo, luego conocería su nombre, corrió dejándome atrás.
Caminé
tan rápido como pude.
Ante
mí apareció un caserío miserable donde me esperaba Camilo abrazado a la falda
de su mamá.
Dejé
caer la mochila al suelo. Saludé. Me presenté y María me respondió con una tibia
sonrisa. Acto seguido, sólo hablaba yo,
les expliqué que venía buscando un pueblo o un lugar, que no estaba seguro,
porque no sabía si en realidad existía tal pueblo. Les conté que estaba viajando, conociendo. Que me habían hablado de Wolframio y que
había venido a conocerlo.
Como
no tenía más para decir callé esperando la respuesta que se hizo esperar hasta
que por fin alumbró la voz de Camilo: “usted
está buscando al Señor Horacio”, sus ojitos brillaron y volvió a callarse. Entonces María continuó: “La ropa que usted vio en el río era suya. Nosotros la lavamos. Él murió hace tres días” dijo y los tres
guardamos silencio.
Ya
pasaron dos años de aquel encuentro. Qué
lejos que me parece. Seguro que no
volveré a verlos jamás.
Si
todo salió como me contaron ni su caserío estará en pié. El monte lo habrá cubierto todo y ellos se
habrán perdido en la ciudad.
Sin
el Señor Horacio, ya no queda nada para ellos en esa tierra. Los tres, eran los últimos sobrevivientes de
un sueño que no se cristalizó. Un sueño,
una suerte de secreto que pude conocer después de prometer que jamás lo revelaría…
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sábado, 24 de agosto de 2013
V de Veleta
No
quiero ser el gallo sobre la veleta.
Prefiero ser en el viento y que este
enrede en mis cabellos los sueños…
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viernes, 23 de agosto de 2013
U de Uh!
Uh! Qué voy a escribir hoy!?
Día
complicado el “U”. No sé qué decir o
cómo decir. Siento un vacio de palabras
enorme. Se me presenta un destino:
Ushuaia, pero como escribir sobre un lugar que no conozco aunque podría
escribir sobre mis planes de conocerla.
Si
escribo sobre el “universo”, los universos, porque para mí son más de uno
metidos en ese rectángulo con la letra “U” escrita en manuscrita mayúscula al
costado del vértice superior izquierdo.
Se acuerda alguien qué era eso, cómo se llamaba. Recuerdo haberlo hecho en la escuela primaria
y si no estoy equivocado dentro iban un par de conjuntos no.
Ufa
che! Por qué se hizo tan difícil hoy
elegir una palabra para el día “U”. Será
que “U” es sinónimo de final, de últimos “Días de Abecedario”. Umn, puede ser, tiene sentido. Cuando me aferro a algo me cuesta soltarlo.
Pedí
ayuda en facebook, hable de mi “bloqueo” y raudamente aparecieron esos amigos
que siempre están ahí alentando.
Cada
“uno”
me sugirió una o varias palabras. Me reí
con “urraca”
y recordé unos dibujitos animados de un par de urracas parlanchinas que luego
voy a buscar en You Tuve porque hace años que no las veo.
Me
sugirieron escribir para este día “universo” como un conspirador que
impulse una felicidad inmensa pero a mí me surgió una duda, un interrogantey
respondía algo así como “si es el
universo, inmenso el que se te cae encima y no permite avanzar, ser feliz” No digo que sea así, sólo me nació como
respuesta automática.
Otra
palabra fue “útero” palabra inmensa para mí, aunque bella para crear en él
una bella “utopía”, especial y “único”.
“Urinal”
Esta sí que está buena. Como me decía
Pablo, “los viajeros podemos dar clases
de urinarios extraños en el mundo” y me dejó la idea para escribir y
describir nuestras meadas dejadas por ahí…
Verdad
que la colaboración de mis amig@s a me está resultando muy “útil”. “Urgente” respondieron y las
palabras van logrando su “unión” y este “usuario” de las redes
sociales, este seudo escritor en el “umbral” de los problemas físicos,
no sé cómo, pero con “uñas” y dientes, le voy a encontrar
la vuelta para escaparle al “urólogo” aunque tenga que salir a
cazar un “unicornio”, y esconderme de los que me condenen por “usurpador”
por semejante “ultraje”
Estaba
pensando que muchos de quienes colaboraron en escribir este día “U”,
son viajeros y me pregunto si no estaría bueno crear si es que ya no existe,
una “universidad”
que bien podría encontrarse en “Uganda”. No, Uganda no. Qué sea Egipto así nos preparamos para un
viaje de “ultratumba”
Uf, terminé!!! J
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miércoles, 21 de agosto de 2013
T de Tiempo
Momentos,
segundos, los días que se descuelgan de los almanaques como en un constante
otoño.
El
tic tac se torna ensordecedor, incesante, confundiendo los sentidos y nada.
Otro
día, otro año, otro cumpleaños; otro lugar visitado, miles de lugares no
visitados; un sueño, cientos de sueños frustrados.
Detener
el tiempo es tan difícil como sostener el agua en las manos…
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martes, 20 de agosto de 2013
S de Saltar
Saltar,
atreverse a ir alto y caer. Inevitablemente caer. Pero no necesariamente golpearse sino caer de
pie, con los pies firmes sobre la tierra para avanzar y volver a saltar…
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lunes, 19 de agosto de 2013
R de Rumbos
Hay
quienes sostienen que tenemos un camino, un rumbo trazado. No sé, me cuesta creerlo pero si es así; en
algún momento lo perdí.
Si
tal cosa existe. Yo nací sin saber por
dónde ir. Guiado por carteles confusos me
perdí cientos de veces.
Si
existiera en la medicina un nombre para mí caso este debería ser “norte dislocado”, porque siento que en
algún momento alguien me sacó de lugar o como en los dibujitos animados,
alguien pintó la flecha para otro lado y yo la seguí.
Desconozco
si tenemos un rumbo trazado de antemano, poco me importa saberlo en
realidad. Al fin y al cabo qué es el
rumbo; sino la forma en que algo se conduce o desarrolla.
La
vida es el rumbo o el norte? Acaso la
vida es el camino que marca el rumbo o viceversa. Si ese cartel de dibujitos animados existió:
realmente perdí el rumbo o simplemente es un camino, tal vez, e insisto con el “tal vez”, un poco más largo.
No
importa, por lo pronto he de seguir “rumbeando por ahí”…
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domingo, 18 de agosto de 2013
Q de Quiniela
Nunca
gané nada, la timba no es lo mío, no se me da. La fortuna jamás se me presentó en formato de
número y apuesta, aunque no voy a negar que más de una vez me viera tentado a
gastar unos pesos con la ilusión de alzarme con ese premio millonario que
promete “felicidad”.
Para
mí que nunca pude acertar un número porque no puedo recordar lo que sueño y las
poquitas veces que lo hago, si no me hago un recordatorio inmediatamente lo
olvido. A los quince minutos y como el
15 (niña bonita), la belleza e inocencia del sueño se esfuma y se contamina.
A
veces no pasan cuatro segundos desde que salgo de la cama (04) y ya me olvidé
lo qué soñé. Con suerte alcanzo a
ponerme las zapatillas (42) y seguro que se ha tratado de un sueño donde he
muerto (70), aparece un muerto (47) o algún muerto me habla (48) Esos son sueños que recuerdo y me dan miedo
(90) Lo mismo que un incendio (08); el
dentista (37); la cárcel (44); la pelea (82) me dan miedo.
Nunca
supe por qué me gusta el número 28, el cerro.
De los que conozco el cerro Uritorco, en Capilla del Monte en la
provincia argentina de Córdoba es mi preferido.
Como decía,
nunca he sido afortunado apostando a un número; mi fortuna radica en los sueños
que no se pueden numerar. Mis sueños son
fabulosos como una quimera y contrariamente a lo que me digan, no son una
ficción imposible!!!
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sábado, 17 de agosto de 2013
P de Puente
El
puente peatonal de la estación de trenes de Pergamino, mi ciudad, le dio nombre
a ese “taller literario” donde cada martes, nos encontrábamos un grupo
totalmente desparejo a escribir un rato en lo que otrora había sido la oficina
de encomiendas del ferrocarril. En ese
lugar olvidado surgió “El Puente”, un espacio sin tiempo donde escribíamos
sobre lo que fuera, compartíamos charlas sobre política o el tema que surgiera
y cada noche concluía con un “cadáver exquisito”.
El
nombre surgió del puente que une los andenes, pero a mí se me ocurre que en
realidad, “El Puente”, nos lo impuso el lugar que nos cobijaba y lo adoptamos
inconscientemente. Porque acaso no se
podría pensar esa vieja oficina como un puente.
La mismísima estación de hecho no lo es.
Nosotros, escritores amateurs, solitarios que le escapábamos a la noche
y la responsabilidad con cualquier excusa, no era a través del puente que nos
escabullíamos a vaya a saberse a qué lugares.
Si, “el puente” era nuestra vía de escape, un canal de encuentro, el
modo de traspasar esa zona peligrosa hacia esos universos donde el día podía
ser de veintiséis horas y media.
Sólo
a través de un puente a otra dimensión el peronismo, el tango, el futbol y la
filosofía sufí podían convivir con total naturalidad hasta que regresábamos
sobre nuestros pasos y, si no fuera porque tomábamos caminos diferentes, seguro
comenzaríamos a pelear. El puente nos
unía y nos trasladaba a un espacio que algunos dirían que es irreal…
Me
gustan los puentes! Me gustan los
verdaderos, los imaginarios, los que cuelgan, los puentes abrazos, los puentes
que generan las redes sociales, la mirada como puente.
Me gustan los
puentes porque unen!!!
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viernes, 16 de agosto de 2013
O de Oficio
El oficio del
poeta está lleno de vicios;
subterráneas
soledades,
siempre
enamorándose de deidades
invitándolo a
cometer homicidios
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jueves, 15 de agosto de 2013
Ñ de Ñoquis
Los ñoquis de la
abuela Fina
El
recuerdo que tengo de ellos es sobre una mesa de madera, tipo las que decimos
de campo, cientos de bollitos
desparramados sobre la madera llena de harina y Fina con el delantal, yendo y
viniendo de la cocina que estaba al lado, donde se calentaba el agua y se preparaba
la salsa.
No
hubo día 29 de los que recuerdo estando a su lado que no haya comido
ñoquis. Ese es un día especial. Ñoquis un 29 es día de fiesta y fortuna y en
la casa de Fina, debajo de cada plato se depositaba un billete para atraer a la
diosa. No tengo idea si a alguien le
funcionó alguna vez pero lo que estoy seguro que ni bien terminábamos de comer,
salía disparado al kiosko de la esquina a comprar cuánto me alcanzara con ese
billete.
Ahora
hace muchos años que no como ñoquis. Mi
otra abuela, María, que también los hacía riquísimos pero más rica hacía la
salsa ya no están hace rato y no sé si es fidelidad o qué, pero ñoquis, sólo
comería si son de la abuela…
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tiene el alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez al mes porque no tenés
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miércoles, 14 de agosto de 2013
N de Neolítico
“A partir de ese momento la cagamos!!!” me dijo en una
clase de ciencias sociales un estudiante y me dejó pensando hace unas letras
atrás, con este día “N” de hoy.
“La
revolución neolítica” cambiaría el modo de vida del hombre hasta hoy. Con ella, con la irrupción del neolítico
quedaba atrás la etapa más larga del hombre sobre la tierra. Entre los ríos Tigris y Éufrates en el actual
Irak o en las márgenes del Nilo en Egipto, sólo para citar un par de sitios
clave. El hombre, los hombres comenzaron
el proceso de sedentarización en torno a lo que llamamos “la media luna fértil”. Pequeños clanes comenzaron a levantar sus
aldeas, luego ciudades cada vez más complejas en cuanto a la organización política
y religiosa y como diría mi pequeño estudiante: “la cagamos”, porque no
sólo abandonábamos esa “libertad”, que cientos de viajeros se resignan a
abandonar y a pesar de todas las ventajas que ofrece una vida sedentaria, en
cualquier tiempo y lugar, su ámbito ha estado y está en el camino. Caminando, haciendo dedo o autostop, en
aviones o trenes moviéndose de aquí para allá con el afán de no establecerse en
un lugar sin más y que la vida transcurra con total “normalidad”.
A
mí se me ocurre que viajamos porque es algo que está en nosotros, que es parte
de ese primitivismo que todo ser humano guarda en cada célula. Qué más allá del mercado turístico y las
vacaciones. Moverse, es una acción implícita
en el cuerpo que algunos llevan a límites inimaginados como cargarse una mochila
al hombro y salir sin tiempo a conocer el mundo.
Pero
volvamos sobre las palabras del estudiante de sociales “A partir de ese momento la cagamos!!!” Dijo y yo no pude retarlo por su vocabulario
soez, sino que me reí y le permití que se explicara. Para mí sorpresa, él había comprendido perfectamente
el concepto de revolución, de cambio y por sobre todo llegó a la conclusión de que
la división de clases que se generaría desde entonces sólo beneficiaría a unos
pocos. Fascinado por sus respuestas, lo
incentivé a que hurgara más en su reflexión y no lo dudó mucho y salió
diciéndome que “la vida del hombre estaba mal”.
Qué él no despreciaba las ventajas del sedentarismo. Que el estarse “quieto” en un lugar, nos
había permitido comenzar un proceso de avances tecnológicos que si bien
favorecían nuestro desarrollo como especie, como sociedad, “también nos jodía” Y aunque ahora sí tuve que llamarle la
atención por el vocabulario, le pedí que siguiera explicando. Lo hizo, dio un salto enorme y comenzó a
criticar la evolución y a comparar el proceso de explotación con los efectos de
la sedentarización del siglo XX y XXI
Llámese obesidad, tabaquismo, problemas cardíacos y cosas así.
Concluida
su explicación, no podía hacer más que felicitarlo y me quedé pensando cuan
responsable podía ser yo, puede sonar soberbio de mi parte, de sus palabras. Pero en realidad el mérito es todo suyo. Su profe de sociales, sólo le ofreció otro
camino al saber porque mis clases, tienen algo “diferente” porque con ese
grupito de pebetes de doce y trece años tenemos una “química” especial y cuando
estudiamos, además del clásico manual, trabajamos con muchos blogs de viajeros
que recorrieron o están recorriendo esos lugares que nosotros estudiamos. Ellos saben que a mí me gusta la mochila al
hombro y hacer dedo, les encanta que abandone la clase para contarle por dónde
he rumbeado o a partir de lo que conozco por otros blogueros viajeros los lleve
de paseo por esos lugares que nos parecen tan lejanos, tan imposibles de
alcanzar. Se matan de la risa cuando
recorremos los caminos de la historia subidos a un carro tirado por caballos
hasta que un día, zaz, el camino tiembla por kilómetros y entramos en un
proceso de cambio y comenzamos a andar por el Neolítico. El carro ahora es un Mercedes Benz 1114, el
vehículo lo eligieron ellos para explicar el cambio revolucionario, o, cuando
recorrimos la ruta Panamericana, ¡en el 1114 claro! Y al llegar a Bering, dijimos: “seguimos y
recorremos todo el Cinturón de Fuego” Así
viajamos y es maravilloso.
No
sé si algún día ellos o yo visitaremos tantos lugares como los que estudiamos
en toda nuestra vida escolar. Ni
siquiera sé a ciencia cierta si estos jóvenes se acordarán en un par de años del
“profe viajero” que por los medios que puede los invita a viajar. Lo que sí sé es que este día “N” es especial.
Hace
unos días, el estudiante que les mencioné me escribía en mi muro de facebook “que
se había comprado unas zapatillas como las mías y que de a poco, se iba a
convertir en mochilero como yo”, jajaja J
Ese
chico, si que sabe cómo ganarse un diez!!!
Te querés sumar a este
juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de Camino Mundos) de escribir tantos días como letras tiene el
alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez al mes porque no tenés tiempo
por ejemplo, entonces te podes sumar al Veo Veo.
Enterate en que consiste
cada juego en “Juegos entre blogueros”
martes, 13 de agosto de 2013
M de Momentos
Lo
mismo que un conjunto infinito de puntos crean una línea, la vida es una consecución de momentos…
Cuánto
dura un momento? Segundos, días, años
tal vez? Quién se atrevería a darle una
medida?
A
veces creo que soy una especie de “insatisfacción crónica que camina”. No me permito disfrutar el momento sin más,
salvo raras excepciones y sé, que hago “M”al, me equivoco.
Entonces
me sucede que si un momento está comprendido por un abrazo quiero otro, no me
alcanza, no me conformo con el momento, por más cariñoso u afectuoso que pueda
ser, voy a querer otro.
Si
esa persona que elegí para la vida me ofrece la posibilidad de más días antes
de marcar el final, también. Me enojo,
hago berrinches, insulto, reclamo más y no puedo quedarme con esos momentos
mágicos, tiernos y cálidos. Quiero más…
Ahora
bien, dejemos de lado mi condición “psicológica”. Así se dice no!?
Volvamos
a los momentos, a este momento en que disfruto como nunca esto de escribir sin
más. Como vengo sosteniendo (I de Iris),
es probable que en ese momento que aun no es.
El día que se cristalice ese momento en que habré concluido este
almanaque abecedario. Publicado mi
último post del día “Z” seguro ese día será el momento de repasar todos estos momentos
que se escribieron a diario.
Casualmente
hoy, es día martes, según el calendario gregoriano. Más aun, no es un martes común, sino que es
un martes que se escribe “M”, de día “M” para mí y como si fuera poco es “martes
13”. Día en que los cabuleros advierten
de los peligros de casarse o embarcarse.
Dentro
de los momentos memorables que hacen mi vida, está aquel martes 13 en que
presentaba mi investigación sobre las Milicias Urbanas en las Invasiones
Inglesas de 1806-1807 y con su defensa, concluía mi carrera, me graduaba como
profesor de historia. Inolvidable
momento también, cuando le anuncié a mi profesora que rendiría ese día y ella,
cabulera o algo por estilo, me advertía del ingrato número y día. Pero como digo, el trece como el martes trece,
no me ha dado malos momentos sino todo lo contrario.
Memorable,
con “M” fue el día que emprendí mi primer viaje como “M”ochilero. Uf, ya casi son veinte años!!! Un “M”ontón de años, un montón de momentos se
han sucedido desde entonces. No tantos
como las veces que salí a rumbear por ahí cargando mi “M”ochila. Pero que importa. Aun me sigo “M”oviendo y tengo el deseo de
conocer cuanto pueda del “M”undo.
Podría
seguir enumerando momentos. De los
buenos, de los malos, de los agrios, de los dulces, de los cálidos, de los
intensos, de los tristes y la lista de calificativos seguiría pero, a diferencia de una línea, los momentos no
son infinitos, pero son tantos que se tornaría imposible poder contarlos…
Te querés sumar a este
juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de Camino Mundos) de escribir tantos días como letras tiene el
alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez al mes porque no tenés tiempo
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lunes, 12 de agosto de 2013
L de Laberinto
¿Dónde
está la salida?
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alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez al mes porque no tenés tiempo
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