Un informe de Unicef revela que la escolaridad es mayor para los mapuches y kollas que para los tobas. La diferencia es que aquellos hablan español y éstos tienen pocos docentes bilingües.
La mitad de los adolescentes tobas (qom) no completó la escuela primaria: sólo uno de cada cuatro ingresó a la secundaria, y prácticamente ninguno logró finalizarla. Y, a su vez, las cifras de repitencia y deserción triplican los niveles de la escuela no indígena*. En cambio, los niveles de escolaridad de los chicos mapuches y kollas son mayores al de otras comunidades indígenas, pero muy pocos hablan su lengua nativa*. En este escenario, la falta de maestros indígenas bilingües y de programas interculturales en las escuelas son algunas de las barreras que encuentran los chicos aborígenes en las aulas. Así lo demostró una investigación sobre la situación socioeducativa de niñas, niños y adolescentes de comunidades toba, mapuche y kolla, realizado por Unicef, el Centro de Estudios de Población (Cenep) y la Asociación de Juventudes Indígenas. De acuerdo con el trabajo, la educación intercultural bilingüe tiene por delante aún grandes desafíos, que requieren de políticas integrales para que los estudiantes indígenas accedan a una educación de calidad.
Los estudiantes tobas tienen una de las tasas de deserción escolar más altas de los pueblos indígenas del país. El 58 por ciento de los jóvenes de entre 15 y 19 años, que asistieron alguna vez a la escuela, no completó la primaria. La falta de dinero para comprar zapatillas y útiles escolares y la necesidad de trabajar son algunas de las causas del abandono escolar en estas comunidades de Chaco, Formosa y Santa Fe*, de acuerdo con los dos informes, presentados ayer en el Senado nacional.
El 60 por ciento de los alumnos de nivel primario tiene sobre edad*. El fenómeno se manifiesta en forma más crítica en los grados más avanzados de ese nivel, donde llegan a ser entre el 80 y el 90 por ciento del total. La mitad de los estudiantes tobas no termina séptimo grado y sólo uno de cada cuatro ingresa al nivel medio. “El paso al secundario es casi una excepción. El retraso escolar por repitencia es de al menos tres grados”*, afirmó Georgina Binstock, una de las autoras de la investigación. Según describió Marcela Cerruti, otra de las especialistas, el trabajo infantil, el embarazo precoz, la oportunidad laboral y la falta de recursos son algunas barreras para la permanencia en los estudios. “En los últimos 20 años hubo un enorme avance en el acceso, pero es grave la situación de los adolescentes: ingresan pocos y terminan muchos menos”, aseguró Elena Duro, especialista en Educación de Unicef.
Según el informe, los mapuches y kollas son los pueblos indígenas con mejor rendimiento escolar: sólo un 25 por ciento no completó el nivel primario; el 40 por ciento empezó el secundario, pero sólo la mitad llegó a completarlo. Si bien los niveles de escolaridad están por debajo de los promedios nacionales, son mayores a los de las comunidades toba, wichí y mbyá-guaraní. Ocurre que tanto los kollas como los mapuches hablan español en sus casas, lo cual, según el informe, les facilita la permanencia en la escuela.
Las familias indígenas quieren que sus hijos vayan a la escuela ya que lo ven indispensable para una vida mejor. El porcentaje de jóvenes con la primaria incompleta es del 11,1 por ciento en los mapuches y del 6,6 entre los kollas, frente al 54,1 de abandono de los mbyá-guaraníes, el 52,4 de los wichí y el 50,4 de los tobas, tres pueblos que conservan el idioma nativo.
El pueblo toba, tercero en tamaño en el país, aún mantiene vivo el idioma de sus ancestros: el 78 por ciento de los qom utiliza la lengua materna para comunicarse en el hogar. Ellos aprenden el español en la escuela, como segundo idioma, aunque los docentes muchas veces no conocen su lengua indígena. En cambio, muy pocos kollas o mapuches hablan la lengua materna. Estas comunidades luchan contra la extinción de su lenguaje, ya que con la pérdida del mapudungun y el quechua se va gran parte de su identidad cultural. “No resignamos nuestro derecho a tener nuestra propia educación bilingüe. Los docentes deberían ser miembros de las comunidades indígenas, así se garantiza que conozcan la cultura”, enfatizó la kolla Natalia Sarapura.*
“No vamos a tener una educación bilingüe de calidad si se desjerarquiza el rol de las comunidades indígenas dentro de las escuelas”, advirtió la especialista de Unicef. Según el informe, algunas de las barreras en las aulas son la escasez de docentes indígenas bilingües y de programas interculturales –de abordaje de la cultura indígena– en las escuelas. Según Duro, aún quedan grandes desafíos educativos: “La escuela bilingüe requiere de educadores indígenas formados –incluso becados para acceder a estudios terciarios– y una organización escolar con un tiempo para lengua originaria y otro para la segunda lengua, el español”. En suma, la meta perseguida es la ejecución de políticas públicas, inclusivas y respetuosas de los derechos de los niños, niñas y adolescentes indígenas.
*El subrayado es nuestro
Informe: Soledad Arréguez Manozzo.
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