¿Qué sentido puede tener, desde la fe, la opción por el socialismo?
En primer lugar, ¿por qué hoy nosotros, cristianos, estamos hablando o criticando el socialismo? Porque los cristianos hemos comprendido que el único mandamiento que nos dejó Jesús –porque los Diez Mandamientos los dejó Dios en el Antiguo Testamento- es este: “Yo les doy un nuevo mandamiento, que se amen unos a otros como yo los he amado” Y tiene dos dimensiones. Una de amor personal absolutamente irrenunciable y una dimensión colectiva o estructural del amor. Y por eso hoy los cristianos nos preocupamos por la política, por la acción tendiente a cambiar el mundo
Las estructuras (sociedad)
Todos sabemos qué necesitan las estructuras en las que vivimos: ser penetradas de espíritu cristiano. Para dar un solo ejemplo: esta sociedad es una sociedad corrompida, inmoral y pecaminosa. Sólo en la Capital Federal hay 120.000 departamentos vacios hechos para los oligarcas y hay 1.500.000 personas que viven en ranchos, conventillos y villas miserias del cinturón de Buenos Aires. En esta sociedad un hombre difícilmente junta 100.000 pesos para vivir, pero un yanqui se los gasta en unas horas en el Sheraton.
Ricos y pobres
Mugica toma la voz de los obispos dejaron asentada en el documento “Justicia” y hace propia la afirmación del Episcopado Argentino: “Afirmamos que la virtud de la justicia se encarna en la vida entera de la sociedad. No basta, por lo tanto, darle a cada cual lo suyo en un plano meramente individual” Ya esto lo había dicho Pablo VI en la Popolorum Progressio cuando afirma que no se trata que los individuos ricos ayuden a los individuos pobres, sino que se trata de que los pobres dejen de ser pobres.* Y hasta ahora, para que los pobres dejen de ser pobres no se ha inventado más que este sistema: que los ricos dejen de ser ricos.*
Pecado y opresión
Otra vez el Padre Mugica vuelve a usar las palabras de los obispos: “El pecado se da siempre en el interior del hombre” esto es fundamental pues por más que hagamos un cambio radical de estructuras, si no matamos al policía que tenemos adentro*, como decían los estudiantes franceses, seremos los nuevos opresores.*
La violencia
El problema de la violencia no es un problema virginal: “a mí no me gusta la violencia”. Hay que ser un desnaturalizado para estar a favor de la violencia si la opción violencia-no violencia. El problema es que yo no puedo quedarme pasivamente tranquilo ante la situación de terrible violencia institucionalizada que estoy viviendo, porque si lo hago, soy un asesino de mi pueblo que se está muriendo de hambre. Ese es el problema.
Medios masivos de comunicación
Debemos tener mucho cuidado con las pautas* que nos dan a través de los medios de difusión. Porque ¿cuáles son esas pautas? “Hay que luchar por el Fiat 600”, si es posible por el 1600, y tal vez escatológicamente en esta vida al Torino. Y el tipo que tiene el Torino, tiene la mentalidad de tipo que tiene un Torino, mentalidad de opresor. Y desgraciadamente, esta sociedad, aunque a muchos de sus habitantes solamente les hace oler los bienes (porque no pueden acceder a ellos) nos va presentando como ideal de vida el “tener” cosas, cuando el ideal evangélico es clarísimo. Jesucristo nos dice en el Evangelio, que la vida de un cristiano tiene que ser una vida de servicio a los otros, una vida austera, una vida de una gran libertad con respecto a los bienes, de una gran distancia.
Cuba
Cuando tuve ocasión de conocer la experiencia cubana, en 1968, realmente vi una vida dura, una vida difícil, por cierto. Donde ningún adulto puede tomar vino ni leche; pero todo niño menor de siete años tiene un litro por día. Y uno piensa: muy bien, desde las pautas burguesas* resulta difícil y duro, no se puede tomar Coca Cola, cerveza ni vino… pero… ¿es necesaria la Coca Cola para la salvación eterna? Desde las pautas del Evangelio, ¿no está mucho más cerca de él esta sociedad que la que nos presenta cantidad innumerable, lujuriosa de bienes aunque muchos no los pueden ni oler?
Capitalismo (sociedad anti cristiana)
De esta reflexión que vengo haciendo resulta claro que una sociedad montada sobre la base del lucro es una sociedad anticristiana e inmoral y por lo tanto debe ser rechazada.
Marx
Este, dieciocho siglos después pronunció una frase evangélica, cuando dijo: “De cada uno según su capacidad, y a cada uno según su necesidad”
¿Cómo se podría evitar la necesidad de hacer la revolución?
Si todos los que en nuestro país nos decimos católicos, fuéramos cristianos, no habría ninguna necesidad de hacer la revolución social. Pero, desgraciadamente no ha habido un caso en la historia, de que sectores ricos se hayan despojado voluntariamente de sus bienes; por eso hay que ayudarlos a liberarse de esos bienes que los oprimen.
El deber de los cristianos
Los cristianos tienen el deber de mostrar que el verdadero socialismo, es el cristianismo integralmente vivido en el justo reparto de los bienes y en la igualdad fundamental de todos.
Cuando estuve en Cuba celebré una misa en una iglesia y al salir, una señora de 60 o 65 años, con rasgos muy aristocráticos, me dijo “mire padre, a mí la revolución me quitó todo, pero esto es lo evangélico”*
Marx hacía muy bien en condenar la religión
El cura dice que en el libro “Hacia la reconquista de la esperanza” de Garaudy demuestra que Marx no condena la religión desde el punto de vista metafísico, filosófico, sino que condena esa religión histórica que él conoció, y hacía muy bien en condenarla, porque era realmente el “opio de los pueblo” Pero si Marx hubiera conocido a Juan XXIII, a Camilo Torres, no hubiera opinado lo mismo.
El pueblo
El pueblo tiene, aunque no lo exprese con las mismas palabras y diga por ejemplo… “yo soy la alpargata del patrón”* o “…a mí el patrón me afana lo que gano”*, el pueblo tiene un proyecto socialista; y en el fondo, lo que está diciendo con eso es “…yo soy socialista, estoy propugnando el socialismo”* “El pueblo tiene un proyecto socialista al tomar conciencia de sí como pueblo, como nación. Esto es participación en un mismo destino, en una misma gestión histórica”
Fuente: Los católicos y el socialismo, Carlos Mugica, Ed. Merlín, Bs. As. 1973
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