Por los caídos en Playa Girón
"Ellos no podrán tocar la guitarra, compartir,
la esperanza con una mujer, o sencillamente soñar.
Entonces están muertos.
Y ahora sólo tienen la estatura de las palmas
y andan de prisa como entre las ráfagas de la guerra.
Izan la bandera, entonan el himno.
A veces, sobresaltados estremecen la tierra.
Vigilan nuestras escuelas, los parques de los niños,
las jornadas jubilosas, el futuro.
Están muertos, y sin embargo, qué bien abiertos
Tienen los ojos.
Cos Causse
la esperanza con una mujer, o sencillamente soñar.
Entonces están muertos.
Y ahora sólo tienen la estatura de las palmas
y andan de prisa como entre las ráfagas de la guerra.
Izan la bandera, entonan el himno.
A veces, sobresaltados estremecen la tierra.
Vigilan nuestras escuelas, los parques de los niños,
las jornadas jubilosas, el futuro.
Están muertos, y sin embargo, qué bien abiertos
Tienen los ojos.
Cos Causse
La sangre numerosa
“A Eduardo Carda, miliciano que escribió con su sangre, al morir ametrallado por la aviación yanqui, en abril de 1961, el nombre de Fidel".
Cuando con sangre escribe.
FIDEL este soldado que por la Patria muere, no digáis miserere:
esa sangre es el símbolo de la Patria que vive.
FIDEL este soldado que por la Patria muere, no digáis miserere:
esa sangre es el símbolo de la Patria que vive.
Cuando su voz en pena
lengua para expresarse parece que no halla, no digáis que se calla,
pues en la pura lengua de la Patria resuena.
lengua para expresarse parece que no halla, no digáis que se calla,
pues en la pura lengua de la Patria resuena.
Cuando su cuerpo baja
exánime a la tierra que lo cubre ambiciosa, no digáis que reposa,
pues por la Patria en pie resplandece y trabaja.
exánime a la tierra que lo cubre ambiciosa, no digáis que reposa,
pues por la Patria en pie resplandece y trabaja.
Ya nadie habrá que pueda
parar su corazón unido y repartido.
No digáis que se ha ido
Su sangre numerosa junto a la Patria queda.
parar su corazón unido y repartido.
No digáis que se ha ido
Su sangre numerosa junto a la Patria queda.
Nicolás Guillén, Obra poética, tomo II
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