"Hasta ahora, los filósofos han tratado de comprender el mundo; de lo que se trata sin embargo, es de cambiarlo" Karl Marx

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miércoles, 14 de agosto de 2013

N de Neolítico

“A partir de ese momento la cagamos!!!” me dijo en una clase de ciencias sociales un estudiante y me dejó pensando hace unas letras atrás, con este día “N” de hoy.

“La revolución neolítica” cambiaría el modo de vida del hombre hasta hoy.  Con ella, con la irrupción del neolítico quedaba atrás la etapa más larga del hombre sobre la tierra.  Entre los ríos Tigris y Éufrates en el actual Irak o en las márgenes del Nilo en Egipto, sólo para citar un par de sitios clave.  El hombre, los hombres comenzaron el proceso de sedentarización en torno a lo que llamamos “la media luna fértil”.  Pequeños clanes comenzaron a levantar sus aldeas, luego ciudades cada vez más complejas en cuanto a la organización política y religiosa y como diría mi pequeño estudiante: “la cagamos”, porque no sólo abandonábamos esa “libertad”, que cientos de viajeros se resignan a abandonar y a pesar de todas las ventajas que ofrece una vida sedentaria, en cualquier tiempo y lugar, su ámbito ha estado y está en el camino.  Caminando, haciendo dedo o autostop, en aviones o trenes moviéndose de aquí para allá con el afán de no establecerse en un lugar sin más y que la vida transcurra con total “normalidad”.

A mí se me ocurre que viajamos porque es algo que está en nosotros, que es parte de ese primitivismo que todo ser humano guarda en cada célula.  Qué más allá del mercado turístico y las vacaciones.  Moverse, es una acción implícita en el cuerpo que algunos llevan a límites inimaginados como cargarse una mochila al hombro y salir sin tiempo a conocer el mundo.

Pero volvamos sobre las palabras del estudiante de sociales  “A partir de ese momento la cagamos!!!”  Dijo y yo no pude retarlo por su vocabulario soez, sino que me reí y le permití que se explicara.  Para mí sorpresa, él había comprendido perfectamente el concepto de revolución, de cambio y por sobre todo llegó a la conclusión de que la división de clases que se generaría desde entonces sólo beneficiaría a unos pocos.  Fascinado por sus respuestas, lo incentivé a que hurgara más en su reflexión y no lo dudó mucho y salió diciéndome que “la vida del hombre estaba mal”.  Qué él no despreciaba las ventajas del sedentarismo.  Que el estarse “quieto” en un lugar, nos había permitido comenzar un proceso de avances tecnológicos que si bien favorecían nuestro desarrollo como especie, como sociedad, “también nos jodía”  Y aunque ahora sí tuve que llamarle la atención por el vocabulario, le pedí que siguiera explicando.  Lo hizo, dio un salto enorme y comenzó a criticar la evolución y a comparar el proceso de explotación con los efectos de la sedentarización del siglo XX y XXI  Llámese obesidad, tabaquismo, problemas cardíacos y cosas así.

Concluida su explicación, no podía hacer más que felicitarlo y me quedé pensando cuan responsable podía ser yo, puede sonar soberbio de mi parte, de sus palabras.  Pero en realidad el mérito es todo suyo.  Su profe de sociales, sólo le ofreció otro camino al saber porque mis clases, tienen algo “diferente” porque con ese grupito de pebetes de doce y trece años tenemos una “química” especial y cuando estudiamos, además del clásico manual, trabajamos con muchos blogs de viajeros que recorrieron o están recorriendo esos lugares que nosotros estudiamos.  Ellos saben que a mí me gusta la mochila al hombro y hacer dedo, les encanta que abandone la clase para contarle por dónde he rumbeado o a partir de lo que conozco por otros blogueros viajeros los lleve de paseo por esos lugares que nos parecen tan lejanos, tan imposibles de alcanzar.  Se matan de la risa cuando recorremos los caminos de la historia subidos a un carro tirado por caballos hasta que un día, zaz, el camino tiembla por kilómetros y entramos en un proceso de cambio y comenzamos a andar por el Neolítico.  El carro ahora es un Mercedes Benz 1114, el vehículo lo eligieron ellos para explicar el cambio revolucionario, o, cuando recorrimos la ruta Panamericana, ¡en el 1114 claro!  Y al llegar a Bering, dijimos: “seguimos y recorremos todo el Cinturón de Fuego”   Así viajamos y es maravilloso.

No sé si algún día ellos o yo visitaremos tantos lugares como los que estudiamos en toda nuestra vida escolar.  Ni siquiera sé a ciencia cierta si estos jóvenes se acordarán en un par de años del “profe viajero” que por los medios que puede los invita a viajar.  Lo que sí sé es que  este día “N” es especial. 

Hace unos días, el estudiante que les mencioné me escribía en mi muro de facebook “que se había comprado unas zapatillas como las mías y que de a poco, se iba a convertir en mochilero como yo”, jajaja J 
Ese chico, si que sabe cómo ganarse un diez!!!


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