"Hasta ahora, los filósofos han tratado de comprender el mundo; de lo que se trata sin embargo, es de cambiarlo" Karl Marx

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lunes, 25 de julio de 2011

Vera Carnovale* (historiadora), y su novedoso enfoque acerca Mario Roberto Santucho y el PRT-ERP

A 35 años de la muerte de Mario Roberto Santucho (12-8-36/19-7-76), la historiadora habla de Los combatientes (Siglo XXI), su flamante libro en el que plantea una perspectiva novedosa para abordar la historia del PRT-ERP, su identidad partidaria. “En general se preguntan dónde estuvo el error, pero no explican por qué actuaron como actuaron”, aseguró.
Se cumplen 35 años de la muerte de Mario Roberto Santucho, el santiagueño líder de PRT-ERP. En sintonía, por azar o por astucia editorial, acaba de aparecer Los combatientes (Siglo XXI), el flamante libro de la historiadora Vera Carnovale, una investigación de rigor académico sobre la principal organización revolucionaria de izquierda del país. Enfocada en los aspectos centrales del universo partidario, la autora busca entender y explicar por qué los militantes actuaron como actuaron. La inspiración marxista, la lectura de la revolución cubana, el ideal del hombre nuevo, el ejemplo sacrificial del guevarismo, son revisitados a través del estudio de los documentos del partido (El combatiente, Estrella roja, correspondencia, etc.) y una serie de entrevistas con los sobrevivientes. Carnovale, cuyo libro está basado en la que fue su tesis doctoral, recibió a Revistaenie.com en la sede del CEDINCI, donde trabaja hace diez años. Entre imágenes de una muestra sobre Karl Marx y miles de libros y archivos de la “cultura de izquierda en Argentinas” la autora busca explicaciones y respuestas para entender el imaginario perretista.
 -¿Por qué elegiste la identidad del PRT ERP como eje de tu investigación, una perspectiva distinta a la de otros libros?
Una insatisfacción frente a los enfoques de los trabajos más conocidos, que hacían hincapié esta idea de hacer un balance a partir de la derrota de la organización. Se preguntan dónde estuvo el error. Y entonces se cuestionan ciertas estrategias de la lucha armada, por ejemplo. Pero no explican por qué los actores actuaron como actuaron, por qué llevaron adelante esa línea política, sino que apelan a una mirada prescriptiva, diciendo el error estuvo acá, se debió hacer así o asá. Con el presupuesto de que la historia podría haber sido otra, pensando que la revolución hubiera triunfado si no se cometían esos errores. Hay una premisa que no se coteja con el sistema de creencias partidarias.
 -Y es ese sistema el que los lleva a la muerte, a entregarse por completo sin medir las consecuencias.
Sí, es una identidad, un imaginario y un conjunto de valores morales marcado por una fuerte ética sacrificial. No hay vida fuera de la revolución, en palabras del Che Guevara. El juramento es a vencer o morir, cualquier retroceso es percibido como una traición.
 -En una revolución verdadera, se triunfa o se muere…
Exacto. Es la consigna. No hay negociación posible en el ideario de la revolución. En la revolución, como en la guerra, el sentido debe ser total, de otra manera los hombres no estarían dispuestos ni a morir ni a matar.
 -Esa insatisfacción que te llevó a escribir el libro, ¿se transforma en un acto reivindicatorio?
Intenté desplegar la lógica y la subjetividad desde la perspectiva de la organización. No tengo una voluntad valorativa: ni prescriptiva como otras publicaciones ni reivindicativas como muchas memorias militantes. Trato de entender y explicar por qué actuaron como actuaron y no de otra manera. Digo que con este sistema de creencias, de mandatos morales, era imposible que actuaran de otra manera.
 -El PRT lo decía de otra manera, buscaba el socialismo y, a su vez, quería ofrecer una lección de dignidad a través de sus prácticas, ¿lo logró?
Fueron terriblemente fieles a lo que postularon. Y la mayoría de los militantes que entrevisté se siente muy digna con su propia historia.
 -Por la perspectiva del libro, elegiste contar la historia desde adentro, con muy pocos testimonios externos a la organización, ¿por qué?
Fue una decisión previa. Fuentes de época y testimonios provienen casi en su totalidad de la organización. Ahora la deuda es poner en diálogo esa subjetividad con la de otros actores sociales. Ver qué pasaba en la fábrica, por ejemplo, pero ya no desde la perspectiva perretista, sino de los obreros. Es una deuda pendiente, que lamento no haber podido cumplir. Allí se juegan los famosos desajustes.
 -Una de las marcas del PRT ERP es la corta vida del movimiento, la aniquilación temprana de sus mejores cuadros… Es cierto que su origen puede rastrearse muy atrás, pero su vida se diluye en apenas 10 años, en los que deben masticar y digerir todo su andamiaje ideológico y afrontar una praxis revolucionaria… Marxismo clásico, leninismo, trotskismo, revolución cubana, latinoamericanismo… ¿Qué destacarías en esa amalgama de corrientes?
Primero, el fuerte componente trotskista. El PRT nace del cruce del FRIP y de Palabra Obrera, y el marxismo leninismo le llega al FRIP desde Palabra Obrera. Y cuando Santucho (FRIP) rompe con Moreno (PO), muchos cuadros de Palabra Obrera se quedan con Santucho, y luego serán cuadros muy destacados dentro de la organización. Luis Ortolani, que escribió ese famoso libro Moral y proletarización, es uno de ellos. Hay una marca trotskista muy fuerte, aunque el PRT se separa de la Cuarta Internacional en el 73. Luego, sin lugar a dudas, el Guevarismo que otorga la convicción de que la acción armada crea conciencia para la revolución, que despierta la conciencia de las masas, y también un conjunto de valores ético-morales, dentro de los cuales sobresale la ética del sacrificio, que va a modelar la subjetividad militante. Del leninismo toman el modelo de organización, la disciplina partidaria, la estructura celular compartimentada. No renuncian a ninguno de estos componentes. Y aparece también maoísmo, que influye en la proletarización del partido, en la convivencia de los intelectuales con las masas, que lava de vicios morales al intelectual pequeño burgués. Las masas son el lugar de mayor pureza ideológica.
 -Con semejante cantidad de fuentes, las rupturas, una constante en los partidos de izquierda, son prácticamente inevitables. ¿Por qué se impone la línea de Santucho?
Quizás porque en el imaginario partidario Santucho encarna todos los valores de ese militante ideal que pretenden construir. Incluso en cosas tan discutibles como ser callado o ser humilde, su figura proyecta muchos de esos valores. Además, viene del norte, es morocho, tiene un componente proletario…
 -Y tenía un hermano seminarista…
Hay quienes piensan que esta ética sacrificial, con muchísimos puntos en común con el cristianismo, viene también de la propia familia Santucho.
 -Pero es una mezcla que merece otro análisis, porque todas sus demás fuentes son anticlericales, ¿cómo se explica?
En Latinoamérica hay un proceso de radicalización del cristianismo que permite un diálogo con el marxismo. Ese universo de revolucionarios relee la historia del cristianismo. Cito una carta de Santucho a su hermano en la que le dice que los herederos de Cristo son los revolucionarios, que pelean por un mundo mejor. Hay una secularización del cristianismo. Y no solo en el PRT.
 -En esa construcción ideológica, surge rápido la importancia del Partido, anteponer la política al fusil, algo que en la lucha armada es difícil de sostener. El peligro de confundir fines y medios, como dice Hannah Arendt, de que lo militar prime sobre lo político, ¿se puede separar?
Desde mi perspectiva, nada es más difícil en la historia que separar política de violencia. Sería presuponer que existe una política sin violencia, aunque esta sea simbólica, o una violencia sin marcas de la política. Preferí pensar el sentido que el PRT le atribuía a la acción armada en las distintas coyunturas.
 -¿Por ejemplo?
A partir del 73 se intensificó la acción armada, se abrió un frente en Tucumán, se intensificaron los ajusticiamientos, se intentó regularizar el ejército del PRT. Ahora, todo eso ya estaba pensado desde 1968. Si leemos el librito rojo, allí anticipan todo lo que finalmente va a ocurrir. La militarización, la intensificación del accionar armado, existen de manera embrionaria en ese cúmulo de ideas. Guerra popular prolongada, y guevarismo. En un momento de reflujo de las masas, como el 75, funciona el guevarismo: la acción armada genera conciencia, impulsa el accionar de las masas. Eso funciona a nivel de su imaginario y es, en consecuencia, lo que en definitiva hacen.
 -Defendiendo derrotas cantadas como el caso de Monte Chingolo, donde son arrasados…
Tiene ese objetivo. Vamos a demostrar la vulnerabilidad del enemigo, vamos a juntar armas para el pueblo, vamos a dar un ejemplo de dignidad, vamos a mantener firme la llama de la resistencia, esa es la frase. Ahí se junta esta profunda convicción de que la acción armada genera conciencia con esta ética sacrificial. La muerte del revolucionario abona el cuerpo colectivo de la revolución. La sangre de hoy abona el camino hacia el socialismo. Por eso sostengo que pasó lo que tenía que pasar.
 -Esa capacidad anticipatoria del libro rojo, también lo tienen frente al advenimiento del golpe del 76, que traería una dictadura sanguinaria. ¿Por qué si tiene esa capacidad teórica, de análisis, siguen adelante creyendo incluso en la posibilidad de vencer…?
La derrota no estaba en los cálculos. Hay una certeza profunda en el triunfo de la revolución. Algunos de mis entrevistados piensan que la clase obrera argentina estaba en los umbrales del socialismo.
 -Rodolfo Walsh ya había dicho lo contrario…
Pero nadie duda todavía del triunfo. Y si dudan, tienen un compromiso de sangre con los caídos. A vencer o morir. Ante cada muerte nosotros tomaremos su fusil. En esa hermandad, en ese compromiso transita el libro, que por eso se llama Los combatientes. No hay vida fuera de la revolución. Hay una ética sacrificial dentro de estos partidos que son la polis en sí misma, y que cubre tanto las expectativas colectivas como las personales. Fuera del partido no hay nada.
 -Te referís a los revolucionarios profesionales, pero también el partido se nutre de militantes que van llegando, y que no tienen tan claros esos postulados ideológicos. ¿Cómo se resuelve esa distancia entre Santucho o Menna con la nueva militancia?
Los dirigentes comparten con toda la organización el imaginario, el conjunto de valores del que venimos hablando. El ejemplo más claro está en la caída de Santucho y de Menna. ¿Cómo se explica algo así en cuadros de esa envergadura? ¿Se dejaron morir?
No. Son víctimas de su subjetividad. Cómo Santucho va a alquilar no uno, dos departamentos con ventanas enrejadas. El instructivo guerrillero más básico dice que las casas operativas debían tener un fondo para escaparse. Menna va a alquilar un nebulizador, cuando cae encuentran en su bolsillo una factura de la farmacia con la dirección real de dónde estaba parando. Y esto es comparable incluso a Monte Chingolo. Saben de la infiltración, la desoyen; no prueban las armas; antes de la operación caen varios compañeros que tenían información, y siguen. Y en estas condiciones salen cantando a atacar Monte Chingolo. Y en alpargatas.
 -Santucho aparece mucho en el libro, pero sólo en su relación con el partido, ¿por qué?
Intenté reconstruir la subjetividad colectiva. No me gustan las intervenciones que buscan una diferenciación radical entre las direcciones y el grueso de la militancia, porque creo que buscan culpabilizar a los líderes y fracasan en ver las responsabilidades compartidas.
 -Pero esa no es una crítica que se le haga tanto al ERP, su dirección fue aniquilada, recae más en Montoneros… ¿también la considerás inválida para ese caso?
Sí, porque entiendo que no explica nada. Por supuesto que es esperable que aquel que tiene un puesto de dirección tenga más responsabilidad en los saldos, pero creo que no tiene sentido preguntarse por el rol de las conducciones sino cómo es posible que el conjunto de la militancia los siguiera. La clave está en lo compartido, en el sistema de creencias. Y vale también para la Contraofensiva montonera. Firmenich puede dar cualquier orden, pero por qué le hacen caso, por qué vuelven a la Argentina.
 -El libro no trata el vínculo ERP Montoneros, no hay comparaciones, a excepción de ciertas menciones sobre los ajusticiamientos, el secuestro y muerte de Aramburu…
Hay un punto de contacto en algunos ajusticiamientos. En particular en el caso de Aramburu. El móvil es la venganza, la represalia. A Aramburu lo juzgan por la desaparición del cuerpo de Evita y por los fusilamientos de José León Suárez. Y la mayoría de los ajusticiamientos del ERP son en represalia por la tortura, desaparición, y muerte de sus militantes. Pero Montoneros también usa el ajusticiamiento como presión política, cosa que no encontré en el PRT. El asesinato de Rucci, por ejemplo, que se hizo para presionar a Perón y mostrarle la fuerza de la organización.
 -Y a través de los testimonios, ¿qué pudiste recavar acerca de esa desconfianza o sospecha que despertaron los cruces previos a la caída de Santucho…?
El hueso duro de roer para ellos es el Peronismo. Para el PRT Perón era el líder de la contrarrevolución en la Argentina. Pero al igual que la mayoría de las agrupaciones de izquierda tiene que sopesar esa idea con el hecho de que las masas se identifican con el peronismo. Eso es difícil de conciliar.
 -El famoso debate por el entrismo…
Sí, ese debate. Pero el otro debate es por la necesidad de integrar a las organizaciones hermanas, que son las que apelan a la lucha armada, en una instancia integradora. Eso nunca se llevó a cabo, aunque muchos dijeran que estaban a punto de lograrlo. Y tampoco hubo una relación armónica a nivel militancia. Compiten por lograr la simpatía de los movimientos de masas, y cuando en el 73 llega la JP y arrasa con el trabajo que los otros partidos vienen haciendo hace años, deja heridas. El PRT, y esto es algo que yo no comparto, pensaban que la clase obrera estaba dejando de ser peronista.
 -Eso se ve frente a la opción electoral, el mismo Agustín Tosco lo explica de algún modo cuando cierra la posibilidad a la fórmula Tosco-Frondizi porque dividiría al movimiento obrero…
Se da cuenta de que no se le puede dar la espalda al peronismo. Y también aparece luego el problema de la lucha armada contra el gobierno de Cámpora, que trae aparejados muchos obstáculos.
 -Ellos ven en Cámpora una continuidad del régimen, descreen de esa democracia. Y Cámpora, aunque libera a los presos políticos firma el Pacto Social, un tremendo ajuste…
Y el ministro de Bienestar Social es López Rega, eso está claro. Antes de que ganara Cámpora el PRT vaticina cuáles iban a ser los problemas del peronismo en el poder. Dice que no va a poder satisfacer las demandas del movimiento de masas, porque no está en su esencia, y que se viene la derechización, los límites a la protesta social. La pregunta era si la lucha armada torcería este rumbo pero lo que en realidad sucede es generar más represión.
 -¿Cómo se ven tus entrevistados, estos ex PRT en la coyuntura actual?
Hay un abanico muy grande. Van desde la reivindicación absoluta a cuestionamientos de diversa índole: ideológicos, políticos, éticos. Pero casi todos recuerdan esa experiencia como una época de mucha intensidad y plenitud, aunque no puedan creer las cosas que hacían. No sé si tienen nostalgia, pero es algo de lo que no se arrepienten.
 -¿Y en relación a los juicios que se vienen llevando a cabo?
Es interesante lo que pasa allí, porque cuando la consigna es a vencer o morir, el sobreviviente no tiene lugar. Los juicios los devuelven a un rol protagónico, porque pueden aportar sus testimonios e información al armado de este rompecabezas, aunque para muchos resulta muy conmovedor, les devuelve algo de la vitalidad de aquellos años. Hoy, aunque fueron derrotados, algo pueden hacer o aportar por aquéllos compañeros a los que los unía un juramento de sangre. Para reivindicarlos como aquéllos militantes que dieron la vida por un mundo mejor.
*Vera Carnovale
Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, es investigadora del CONICET. Integra el Comité Académico del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas y el Núcleo de Estudios sobre Memoria del IDES. Entre 2001 y 2009, como parte del equipo de trabajo de Memoria Abierta, intervino en el diseño y la construcción de un archivo oral sobre el terrorismo de Estado en la Argentina.
Publicó numerosos artículos sobre historia reciente en libros y revistas del país y del exterior (en particular sobre violencia política, memorias y uso de testimonios orales en la investigación). Coeditó los volúmenes Memorias urbanas en diálogo: Berlín-Buenos Aires (2010) e Historia, memoria y fuentes orales (2006). Es coautora de Abogados, derecho y política (2010) y de la colección de CD De Memoria (2005). Es miembro del comité editorial de Políticas de la Memoria.

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