El historiador y ensayista Norberto Galasso habló sobre el seminario Hacia dónde va la Argentina: Dos proyectos en pugna, una serie de charlas para entender el presente y animarse a proyectar futuros posibles.
Allí se hablará sobre los movimientos nacionales: qué son, cómo surgen y cómo se desarrollan. Se analizará la historia, desde el país que proponía Bartolomé Mitre hacia fines del siglo XIX, con una economía centrada en el puerto de Buenos Aires y concesiones a los ingleses, hasta la llegada del radicalismo al poder; el golpe de Estado, la Década Infame y la llegada del peronismo. Los contextos y desarrollos de las economías sociales; las pujas entre los defensores de los intereses nacionales contra los defensores de los intereses ingleses y norteamericanos. Y cómo se llega al neoliberalismo, a la entrega y a la crisis del 2001.
“El 2001 fue una bisagra central. Nos detendremos a revisar cómo llegamos a eso, en qué momento se inició el cambio, quiénes son los que hoy pretenden regresar al viejo modelo, cuáles fueron los grandes logros y cuáles serán los desafíos”, subraya Galasso.
– ¿Cómo están organizados los módulos del seminario?
–Cada encuentro durará dos horas y las temáticas serán más o menos flexibles. La idea es que en cada charla haya 20 minutos para responder preguntas. Hoy nadie quiere concurrir a una clase magistral, como se daba con popes que al final no eran tales. Hoy se quiere hablar, se quiere discutir. Y a los que estamos en la organización, lo que nos gusta hacer es una elaboración colectiva.
– ¿A quiénes está dirigido?
–A todo el que quiera venir, pero queremos ayudar al proceso de eclosión juvenil que se está dando. Para entender cómo se dan algunas cosas del presente hace falta ir un poco hacia atrás en la historia; por ejemplo, para entender a qué se refieren cuando hablan de “enfriar la economía” y descubrir que se sigue buscando que la Argentina no tenga un aparato productivo fuerte. Belgrano decía en 1802: “Desgraciados los países que exportan materia prima y no la elaboran”. Los países tienen que elaborar allí mismo la materia prima para darle trabajo a su gente y vender productos con valor agregado, que es lo que hacen con lo que nos compran.
–Con esto no quiere decir que no haya producción rural…
–No, claro; pero tampoco que el país se sojice, sino que se diversifique con un desarrollo armónico. Y sí, hay que eliminar el trabajo esclavo y que los peones gocen de los derechos laborales que les corresponden. Y, además, hace falta una red de ferrocarriles integradora que potencie el mercado interno, que hagamos el Banco del Sur y una empresa energética Latinoamericana.
– ¿Cuáles considera que han sido los mayores logros del kirchnerismo?
–Lo principal ha sido, desde el punto de vista económico, sacar al país de una economía de especulación y llevarlo a una economía de producción. Desde el punto de vista de los Derechos Humanos, el juicio y castigo a los culpables y la baja de los cuadros de los represores. En el aspecto internacional, la política latinoamericanista con el hundimiento del Alca incluido. En el campo social, la ley de medios que tiende a democratizar la información, el matrimonio igualitario y la Asignación Universal por Hijo. Son muchas las cosas que se han hecho y en poco tiempo, pero hay mucho por hacer todavía.
– ¿Cuáles serán los grandes desafíos en caso de que gane las próximas elecciones Cristina Fernández?
–Creo que habrá que avanzar en medidas de control de aumento de precios. La economía está muy concentrada. En muchos sectores de la producción, pocas empresas controlan todo el mercado. De manera que cuando el Gobierno impulsa medidas para aumentar el consumo, éstas en lugar de aumentar la oferta, aumentan los precios obteniendo mayor rentabilidad a costa del pueblo. Eso hay que pararlo de algún modo: con control de costos, con precios máximos o como sea, pero evitando un proceso inflacionario que perjudique a los trabajadores. Una zoncera nueva es que es el Gobierno el que genera inflación.
– ¿Cree que hace falta volver a nacionalizar el comercio exterior?
–Totalmente. Ya hemos visto que el país ha funcionado mucho mejor con el comercio exterior nacionalizado. Sea con la Junta Nacional de Granos, sea con el Iapi para las carnes o llámenlo como quieran. La fijación de un tipo de cambio administrado, con el comercio exterior en manos del Estado, permitiría controlar la gran evasión de ganancias que hacen las grandes empresas.
–Jauretche remarcaba que no éramos zonzos, sino azonzados repitiendo algunas cosas aprendidas sin fundamento. ¿Cree que se puede revertir eso?
–Por supuesto. Fijate lo que está pasando con los medios: el menor tiraje de Clarín señala que mucha gente ha dejado de confiar en ese diario. Hoy, los sectores juveniles se dan cuenta, y por eso la importancia que han adquirido periódicos como Miradas al Sur, Tiempo Argentino y, por supuesto, Página 12 y también algunos programas televisivos.
– ¿Cómo cree que pueden llegar los jóvenes a ser verdaderos cuadros políticos de peso?
–Creo que tienen que ir combinando teoría y práctica. Noto que algunos chicos de La Cámpora que se me acercan me dicen: “Hay que hacer, hay que hacer… todos los días hay que hacer algo”. Y yo le respondo que sí, pero que también hay que destruir mitos. Hay que hacer volantes y pasarlos por debajo de las puertas y que la gente se entere de que en la historia hubo malditos que fueron silenciados. Pero también hay que tocar los timbres de las casas, hablar con el vecino, intercambiar ideas y saber que hay cosas que hay que cambiar. Un trabajo de base que la derecha no hará porque no le es propio, pero además porque no tiene argumentos.
“El 2001 fue una bisagra central. Nos detendremos a revisar cómo llegamos a eso, en qué momento se inició el cambio, quiénes son los que hoy pretenden regresar al viejo modelo, cuáles fueron los grandes logros y cuáles serán los desafíos”, subraya Galasso.
– ¿Cómo están organizados los módulos del seminario?
–Cada encuentro durará dos horas y las temáticas serán más o menos flexibles. La idea es que en cada charla haya 20 minutos para responder preguntas. Hoy nadie quiere concurrir a una clase magistral, como se daba con popes que al final no eran tales. Hoy se quiere hablar, se quiere discutir. Y a los que estamos en la organización, lo que nos gusta hacer es una elaboración colectiva.
– ¿A quiénes está dirigido?
–A todo el que quiera venir, pero queremos ayudar al proceso de eclosión juvenil que se está dando. Para entender cómo se dan algunas cosas del presente hace falta ir un poco hacia atrás en la historia; por ejemplo, para entender a qué se refieren cuando hablan de “enfriar la economía” y descubrir que se sigue buscando que la Argentina no tenga un aparato productivo fuerte. Belgrano decía en 1802: “Desgraciados los países que exportan materia prima y no la elaboran”. Los países tienen que elaborar allí mismo la materia prima para darle trabajo a su gente y vender productos con valor agregado, que es lo que hacen con lo que nos compran.
–Con esto no quiere decir que no haya producción rural…
–No, claro; pero tampoco que el país se sojice, sino que se diversifique con un desarrollo armónico. Y sí, hay que eliminar el trabajo esclavo y que los peones gocen de los derechos laborales que les corresponden. Y, además, hace falta una red de ferrocarriles integradora que potencie el mercado interno, que hagamos el Banco del Sur y una empresa energética Latinoamericana.
– ¿Cuáles considera que han sido los mayores logros del kirchnerismo?
–Lo principal ha sido, desde el punto de vista económico, sacar al país de una economía de especulación y llevarlo a una economía de producción. Desde el punto de vista de los Derechos Humanos, el juicio y castigo a los culpables y la baja de los cuadros de los represores. En el aspecto internacional, la política latinoamericanista con el hundimiento del Alca incluido. En el campo social, la ley de medios que tiende a democratizar la información, el matrimonio igualitario y la Asignación Universal por Hijo. Son muchas las cosas que se han hecho y en poco tiempo, pero hay mucho por hacer todavía.
– ¿Cuáles serán los grandes desafíos en caso de que gane las próximas elecciones Cristina Fernández?
–Creo que habrá que avanzar en medidas de control de aumento de precios. La economía está muy concentrada. En muchos sectores de la producción, pocas empresas controlan todo el mercado. De manera que cuando el Gobierno impulsa medidas para aumentar el consumo, éstas en lugar de aumentar la oferta, aumentan los precios obteniendo mayor rentabilidad a costa del pueblo. Eso hay que pararlo de algún modo: con control de costos, con precios máximos o como sea, pero evitando un proceso inflacionario que perjudique a los trabajadores. Una zoncera nueva es que es el Gobierno el que genera inflación.
– ¿Cree que hace falta volver a nacionalizar el comercio exterior?
–Totalmente. Ya hemos visto que el país ha funcionado mucho mejor con el comercio exterior nacionalizado. Sea con la Junta Nacional de Granos, sea con el Iapi para las carnes o llámenlo como quieran. La fijación de un tipo de cambio administrado, con el comercio exterior en manos del Estado, permitiría controlar la gran evasión de ganancias que hacen las grandes empresas.
–Jauretche remarcaba que no éramos zonzos, sino azonzados repitiendo algunas cosas aprendidas sin fundamento. ¿Cree que se puede revertir eso?
–Por supuesto. Fijate lo que está pasando con los medios: el menor tiraje de Clarín señala que mucha gente ha dejado de confiar en ese diario. Hoy, los sectores juveniles se dan cuenta, y por eso la importancia que han adquirido periódicos como Miradas al Sur, Tiempo Argentino y, por supuesto, Página 12 y también algunos programas televisivos.
– ¿Cómo cree que pueden llegar los jóvenes a ser verdaderos cuadros políticos de peso?
–Creo que tienen que ir combinando teoría y práctica. Noto que algunos chicos de La Cámpora que se me acercan me dicen: “Hay que hacer, hay que hacer… todos los días hay que hacer algo”. Y yo le respondo que sí, pero que también hay que destruir mitos. Hay que hacer volantes y pasarlos por debajo de las puertas y que la gente se entere de que en la historia hubo malditos que fueron silenciados. Pero también hay que tocar los timbres de las casas, hablar con el vecino, intercambiar ideas y saber que hay cosas que hay que cambiar. Un trabajo de base que la derecha no hará porque no le es propio, pero además porque no tiene argumentos.
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