Me
quedé con “fin” como final, quiero decir, elegí la palabra fin para mí día “F”
en “Días de Abecedario”. Fin como final
y no como meta. Preferiría que fuera
como meta pero no.
Acaso
no es un tanto insulsa esta pequeña palabra?
Cómo sea, qué peso enorme que tiene.
Sólo tres letras y sin embargo tiene filo como cuchillo recién pasado
por la piedra.
¡Qué
difícil es aceptar que algo pueda tener fin!
No lo entiendo. Me cuesta creer
que hay “situaciones” que lleguen a su fin.
¡Sí, sí, ya sé, que suena a caprichoso!
Atravesar
el final de algo, vivir el duelo, el acostumbrarse a lo que terminó o está
terminando es un sinfín, un moebius plagado de sensaciones. Sé que no es nada que otro no conozca. Quién más, quién menos, todos pasamos por
situaciones semejantes y mayoritariamente sobrevivimos al final.
Sé
que si alguien lee esto, podría decirme: -“¡che,
pero el final es el comienzo de otro camino, de otro rumbo dirías vos”! - y
aunque sé qué es verdad no me gustan los finales.
FIN
Te querés sumar a este
juego, a este desafío (Días de Abecedario- invitación de Camino Mundos) de escribir tantos días como letras tiene el
alfabeto, o, tal vez preferís escribir una vez al mes porque no tenés tiempo
por ejemplo, entonces te podes sumar al Veo Veo.
Enterate en que
consiste cada juego en “Juegos entre blogueros”
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