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viernes, 9 de diciembre de 2011

La historia regional, una práctica particularmente fértil. Entrevista a la historiadora Sara Mata

Sara Mata es autora de Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia, un libro que ya va por su segunda edición. Es además un importante referente de la investigación en historia en la provincia de Salta. En la Universidad Nacional dirige el equipo de investigación del Centro Promocional de las Investigaciones en Historia y Antropología (CEPIHA) y la revista especializada Andes. La convocamos a que reflexione sobre sus principales aportes de investigación y sobre los avances que se han venido realizando desde los últimos años en la historia regional.
¿A partir de tus estudios, cuáles son las novedades que aparecen en la imagen de la sociedad salteña de fines del período colonial? El cuadro habitual que uno se hace de ella se limita a un puñado de grandes apellidos dueños de la tierra, rodeado por una masa de campesinos indígenas. ¿Hasta qué punto este cuadro refleja la realidad?
Comenzaré respondiendo tu pregunta a partir precisamente de ese cuadro habitual, como bien dices, que se tiene de la sociedad salteña de fines de la colonia. La imagen de una sociedad opulenta, culta y aristocrática ha sido impuesta desde el campo historiográfico por Bernardo Frías, un intelectual salteño de fines del siglo XIX y comienzos  del siglo XX dueño de un estilo narrativo muy ameno. A través de su extensa y conocida obra Historia del General Martín Miguel de Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la Independencia Argentina y de sus Tradiciones históricas trazó el retrato de una sociedad colonial apegada a costumbres hispánicas y ensalzó las virtudes de la elite, compuesta por enriquecidos comerciantes peninsulares enlazados con antiguas familias, descendientes de los beneméritos conquistadores y fundadores del Tucumán y dueños de importantes propiedades. Es éste el perfil de la sociedad salteña que Tulio Halperin Donghi retomó en su ya clásico libro Revolución y Guerra donde acuñó la expresión “aristocracia señora de la tierra”.
Es cierto que en Salta a fines de la colonia, la propiedad de la tierra revestía importancia no sólo por los réditos que se obtenían del alquiler de los pastos para el engorde de las mulas antes de internarse hacia el Perú, sino también por el prestigio social que ella otorgaba dado que muchas de las familias propietarias se vinculaban con los descendientes de los fundadores. Pero es cierto también, según hemos podido demostrar a través de nuestra investigación, que el mundo rural de Salta presentaba a fines de la colonia una diversidad de situaciones en lo que respecta a la tenencia de la tierra que complejiza mucho este cuadro excluyente de grandes propiedades. En el valle de Lerma particularmente, región de la mayor relevancia económica, el retorno metálico derivado del comercio mular posibilitó el acceso a la propiedad de la tierra a pequeños y medianos productores. Este proceso, particularmente dinámico en las dos últimas décadas de la colonia, se manifestó con mayor intensidad en áreas relativamente próximas a su principal centro religioso (a la parroquia) especialmente aptas para el cultivo de cereales y hortalizas.
¿Qué novedades introdujo la revolución de independencia en la sociedad salteña? ¿Qué rasgos de esa sociedad persistieron a pesar de la revolución?
A pesar de que ya en los años previos a 1810 habían comenzado a experimentarse cambios políticos significativos, la primera década revolucionaria conmocionó sobremanera a la sociedad local en cuanto el territorio fue escenario de guerra contra los realistas. La guerra fue sin duda la novedad más impactante. La disrupción en las actividades económicas, particularmente el comercio, fue importante y el impacto a nivel familiar y social también resultó muy alto. Además, como en el resto de Hispanoamérica (tanto revolucionaria como realista) eclosionó un nuevo vocabulario político y se introdujeron nuevas formas de legitimación política, a pesar de lo cual las prácticas políticas tradicionales y la representación corporativa mantuvieron vigencia, especialmente en el Cabildo y en las Milicias.
Pero la Revolución y la construcción de un nuevo poder político no modificaron demasiado las diferencias sociales y culturales establecidas entre “la gente decente” y las mayorías compuestas por mestizos, afromestizos e indios considerados siempre como inferiores por naturaleza. No obstante esto, como en todo proceso signado por la violencia y el cambio político, algunas familias se arruinaron económicamente, otras lograron preservar su patrimonio y su posición social y otras ascendieron socialmente posicionándose sólidamente tanto en el plano económico como en el político al promediar el siglo XIX. Influyeron en ello tanto las redes sociales en las cuales se hallaban insertos como su habilidad para adaptarse a nuevas coyunturas políticas y económicas.

¿Qué relación existió entre el poder económico, el proceso de militarización desencadenado por la revolución y el poder político? ¿Qué complejidades presenta esta relación?
Yo no separaría el poder económico del poder político durante la colonia ya que las elites detentaban el poder en tanto y en cuanto poseían la riqueza que les permitía conservarlo. Esto no significa que no hubiera diferentes intereses locales en competencia por el control efectivo del poder. En los años previos a la revolución, se desplegaron luchas facciosas entre la elite local y los funcionarios peninsulares representantes de la autoridad colonial. Las elecciones en el  Cabildo muestran con claridad la disputa entre ciertos grupos aliados al Gobernador Intendente y otros que representaban intereses locales, en su mayor parte relacionados con estancieros y comerciantes vinculados al comercio mular.
Los años revolucionarios introdujeron modificaciones en la relación entre el poder político y el económico, particularmente a partir de 1815, con el ascenso al poder de Martín Miguel de Güemes. La movilización de amplios sectores sociales y la militarización que supuso el proceso revolucionario inaugurado en Buenos Aires profundizará  aún más el conflicto. La provincia de Salta —expuesta a las incursiones realistas y carentes desde 1816 del apoyo del Ejército Auxiliar del Norte estacionado en Tucumán— desarrolló una guerra de guerrillas en la cual se verificó una recurrente apropiación de recursos a través de empréstitos forzosos y confiscaciones. Padecieron estas confiscaciones comerciantes, estancieros y hacendados. Muchos de ellos sufrieron los inconvenientes propios de la guerra. El comercio con el Alto Perú y el Perú —por lo menos el legal— se interrumpió y ello perjudicó a los comerciantes; por su parte los propietarios de tierras se vieron afectados no sólo porque las tierras fueron ocupadas por los hombres movilizados por la guerra, sino también porque los arrendatarios y otros trabajadores rurales dejaron de pagar los arriendos y de prestar los servicios personales que estaban obligados a brindar. Durante el gobierno de Güemes el poder económico representado por el sector más influyente de la elite mantuvo una relación muy conflictiva con el poder político y militar que sólo concluyó con su muerte en 1821.
¿Qué relación existió entre la política local, la elite local y la política —digamos— “nacional” a partir de 1810? ¿Cómo evolucionó esta relación a lo largo del siglo, a medida que el estado nacional se fue afianzando?
La relación entre la política local y la política que, con justo reparo, señalas como “nacional” fue especialmente dificultosa en la primera mitad del siglo XIX, como consecuencia de disputas existentes entre diferentes proyectos políticos. Las elites dirigentes salteñas propiciaron la organización  de una comunidad política inclusiva de los territorios pertenecientes a las Provincias Unidas del Río de la Plata, a pesar de los tibios y no debidamente documentados intentos de incorporación a la República de Bolivia en la década de 1830. La participación de abogados y prelados en los diferentes ensayos de organización nacional da cuenta de este interés y compromiso. Esto responde también a la importancia de la relación económica de la provincia con el puerto de Buenos Aires que fue en aumento a lo largo del siglo XIX a pesar de que la región conservó su relación mercantil con el espacio andino y de que sus comerciantes incursionaron en las alternativas ofrecidas al comercio ultramarino por los puertos del Pacífico. 
Más tarde, la participación de políticos salteños en los gobiernos nacionales de las últimas décadas del siglo XIX evidenciaron  las alianzas establecidas entre las elites locales y el poder nacional. A fines del siglo XIX la necesidad de la región de insertarse en la economía-mundo propició el desarrollo de la industria azucarera y favoreció la consolidación a nivel nacional de un sector de la elite salteña vinculada a la producción de la caña de azúcar, enriquecida además por la apropiación de tierras en el chaco, llevada a cabo por las fuerzas militares de la nación.
¿Podría resumir en pocas palabras su trayectoria intelectual?
No hay duda de que mi trayectoria intelectual puede ser resumida en muy pocas palabras. Estudié historia en la Facultad de Filosofía y Letras (así se llamaba entonces) de la Universidad Nacional de Rosario, obteniendo el título de Profesora y de Licenciada en Historia a fines de 1972. Al egresar había definido ya mi predilección por la historia colonial americana. En esos años me interesaba el período temprano, es decir el momento del contacto entre los pueblos originarios y los conquistadores y particularmente el espacio andino. Años después, ya radicada en Salta y siempre atraída por el período colonial, comencé a investigar en historia regional centrando mis estudios en la segunda mitad del siglo XVIII cuando Salta y su jurisdicción adquirió relevancia por el comercio mular y por las reformas administrativas y políticas implementadas por los Borbones que —al introducir el sistema de Intendencias en el recientemente creado Virreynato del Río de la Plata— elevaron la ciudad al rango de capital de la Intendencia de Salta del Tucumán. Particularmente me llamó la atención la relevancia social que conservaban las familias cuyos ascendientes se remontaban —real o ficticiamente— a la  conquista o al menos al período colonial y que participaron en las luchas de la independencia. Para ellas, la propiedad de la tierra continuaba siendo fuente de prestigio y diferenciación social.
Mis primeras investigaciones realizadas gracias a una beca del CONICET giraron en torno a la propiedad de la tierra, las formas de tenencia, los sistemas de trabajo rural, la producción y la circulación mercantil, atendiendo a la íntima relación entre comercio mular y la disponibilidad de tierras para el engorde de ganados. Este fue el tema de mi tesis doctoral presentada en la Universidad Nacional de La Plata. Desde los estudios rurales fui desplazándome hacia la historia política ya que inevitablemente la insurrección y la guerra que tuvieron lugar en la región a partir de 1810, involucraron de lleno a la sociedad rural. Estos son los temas que actualmente estoy investigando.
Mis intereses han estado siempre focalizados en la historia regional, a la que considero una práctica historiográfica particularmente fértil en la medida en que permite abordar problemas en una escala espacial que posibilita la interrelación dinámica de factores económicos, sociales y políticos sin descuidar el campo cultural. Desde esta perspectiva me interesa tanto el accionar individual como las condiciones objetivas y culturales en las cuales ese accionar se inscribe condicionando las alternativas posibles de acción.    
¿Cuáles son los temas que hoy despiertan más interés en la historia regional del noroeste argentino? ¿Qué temas se están investigando más? ¿Cuáles no? ¿Por qué?
Desde siempre el tema prioritario en Salta ha sido la guerra de independencia y en particular el accionar de Güemes y las milicias salteñas entre 1815 y 1821. Actualmente, y ante la proximidad del Bicentenario de la Revolución, este tema ha adquirido gran actualidad, aunque no sólo en Salta sino también en toda Hispanoamérica y España. Otros de los temas que despiertan interés son los que atañen a la religión y al clero, tanto en la colonia como en la transición a la república, o los que remiten a la configuración del poder y los sectores dominantes en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. La agenda incluye también los procesos de interacción social, el conflicto y la ocupación del Chaco con especial atención a la problemática indígena en el siglo XIX y  los procesos políticos del siglo XX tales como la irrupción del peronismo a nivel local o la guerrilla y la represión de los años setenta.
Una atención menor han recibido los estudios económicos y sociales tanto del siglo XIX como del XX, probablemente porque siempre se le ha otorgado mayor importancia al proceso político. Por cierto, si hablamos de la historiografía del noroeste y no sólo de Salta, los circuitos mercantiles  y la producción azucarera y su impacto social y político han sido los temas  más estudiados para los siglos XIX y XX respectivamente. Existen, por supuesto, muchos temas para investigar a pesar de que los aportes a la historiografía regional han sido importantes y numerosos en las últimas décadas.   
Entrevistadora: Miranda Lida.



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