"Hasta ahora, los filósofos han tratado de comprender el mundo; de lo que se trata sin embargo, es de cambiarlo" Karl Marx

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jueves, 6 de octubre de 2011

Introducción a la temática “12 de octubre 1492”

Comunicación personal del Prof. Juan José Rossi a los colegas docentes y a toda la comunidad educativa.
Durante 40 mil años, aproximadamente, la humanidad de nuestro continente experimentó su propia y legítima historia marcada por el desarrollo y evolución de diferentes culturas a lo largo de su extenso territorio. Hace apenas quinientos diecisiete años, cuando sus 70 o más millones de habitantes vivían en armonía con su estilo y pautas culturales “distintas” a las de los demás continentes, azorados e impotentes debieron asistir a una inesperada y brutal invasión que, sin retorno, transformó coercitiva substancialmente sus vidas y estructuras socio políticas milenarias. Para comprender el sentimiento y la reacción tardía que provocó aquel inesperado aluvión –que por diversas circunstancias nos enseñaron incomprensiblemente a celebrarlo como gesta heroica– es muy importante tratar de ponerse en el lugar de las víctimas que, aunque las describieron como salvajes, brutales, incultos e infieles, eran nada menos que personas como nosotros, con su estilo propio y una filosofía de vida distinta a la de los demás continentes. Personas que habían nacido en esta tierra antes que nosotros.
Dicha invasión ─lograda en el término de 100 años, llamados por ellos “el siglo de la conquista”─  se organizó lenta y tozudamente para concretar objetivos que se fueron delineando, práctica y teóricamente, en el transcurso de varias décadas, es decir, la apropiación indebida del territorio, el vaciamiento hormiga de sus riquezas materiales, la destrucción metódica de sus instituciones y, sobre todo, un genocidio sin precedentes para usufructuar del continente sin remordimientos. En su perverso imaginario, la irrupción y tenaz dispersión debía abrirles el camino a una fácil dominación y usufructo, como de hecho sucedió y continúa sucediendo aunque con métodos y estrategias diferentes a las del siglo XVI.
Los habitantes actuales del continente muchas veces suponemos que aquellos acontecimientos pasados de la invasión y las circunstancias presentes no están profundamente relacionados entre sí en el tiempo y el espacio continental. Como si nuestra actual dependencia económica y cultural no fueran un resultado obvio de los manejos del más fuerte, del que finalmente descaradamente puso las condiciones en su beneficio. En cierta forma los americanos y los argentinos seguimos cerrando los ojos para no ver la realidad  y no llamar a las cosas por su nombre. Queriendo o sin querer, no consideramos a la historia remota del continente como “nuestra historia”. En algún sentido muchas personas, y el sistema educativo mismo, se siguen sintiendo ‘europeos’ u occidentales y, de hecho, haciendo caso omiso de los valores, sistemas y principios emergentes de esta tierra a lo largo de milenios, piensan y actúan desde parámetros filosóficos, jurídicos y religiosos del continente invasor que, en forma compulsiva, logró imponer a lo largo de 300 años precipitándonos a los problemas graves que nos aquejan desde que teóricamente nos hemos independizado.
Frente a la endémica crisis que reiteradamente aparece en nuestras naciones de América, quizá sea el momento de buscar caminos alternativos de independencia y autogestión buceando en las raíces de la auténtica historia y cultura continental. En tal sentido es fundamental  motivarnos para abrir los ojos y ‘ver’ más allá de los documentos oficiales de la colonia y la república que dogmáticamente consagraron una burda distorsión de la historia continental y del hombre americano. Por otra parte, para hacer frente a la crisis parece fundamental revalorizar el proceso histórico en sí de nuestra tierra, que no se inicia a partir del 12 de octubre 1492, como pretende el enfoque del invasor y nuestras leyes actuales, sino desde que el hombre ingresó en esta tierra donde hemos nacido, asumiendo como propios los hechos y valores de las diferentes culturas nativas que nos precedieron en el tiempo, muchas de las cuales si bien son contemporáneas porque han logrado sobrevivir, se las silencia estratégicamente para no escuchar su voz milenaria y  disimular sus legítimos derechos, que también son los nuestros.


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