En los últimos años, con una frecuencia espaciada pero sostenida, aparecieron en Argentina muchos y diferentes libros acerca de la escena punk local, desde el reciente Derrumbando la casa rosada, que reconstruye los primeros años en la década del ’80, hasta Ricky de Flema: el último punk, la biografía del legendario cantante de Gerli, pasando por la historia de Los Violadores y hasta literatura inspirada en el género oi! y el fútbol del Ascenso, todo bajo el manto inspirador de Punk. La muerte de joven, de Juan Carlos Kreimer, texto pionero que hizo historia en castellano cuando se editó en 1978. La consecuencia, que tiene su bautismo este fin de semana, parece lógica: hoy se inaugura la primera Feria del Libro Punk en Buenos Aires, de la que participarán autores y protagonistas.
Marginal, vehemente, pasional, nostálgica y hasta tiernamente, un alfiler de gancho parece haberse clavado en Buenos Aires como a principios de 1980. Ya no son las trasnoches en el chetísimo restaurante francés de Barrio Norte, Le Chevalet, cuando Trixy y los Maniáticos eran presentados por Jotapé Correa y Andrés Calamaro se arrimaba con su saco y corbatín y podía llegar a tocar en batería “Represión” con Los Violadores. Ahora el punk vuelve de la mano del revisionismo que cubre como una nube de cenizas volcánicas, lo que ampliamente se llama pop y que va de las bandas del eterno retorno al suceso local de Graduados, las reediciones re-mas-te-ri-za-das, las efemérides, el box set, etc. Revisionismo que se desliza en el precipicio de la cultura y que el crítico inglés Simon Reynolds desmenuzó en su libro Retromanía, recientemente editado en la Argentina. En este caso, sin embargo, y a grandes rasgos, se trata de un revisionismo quijotesco, completamente despegado del negocio: aparece más como un gesto melancólico y romántico. Ese gesto se verá cristalizado en la primera Feria del Libro Punk que se realizará el domingo 3 de junio en el Salón Pueyrredón de la avenida Santa Fe al 4500.
Una decena de editoriales independientes se reunirá para mostrar su producción de ensayos, crónicas, novelas y cuentos que tienen como punto en común la historia del punk en la Argentina. Habrá mesas redondas con autores y editores, lecturas, muestra de arte y, por supuesto, stands de los expositores. “En el último tiempo se armó una pequeña, pero activa escena de literatura punk en la Argentina. Con el antecedente que significó el seminal Punk. La muerte joven, de Juan Carlos Kreimer, publicado en 1978, en la mayoría de los casos los libros buscan rescatar el testimonio de bandas y personajes que se movieron al margen del establishment del rock y que en gran parte parecían condenados al olvido”, dice el periodista Alfredo Sainz, uno de los agitadores del reflujo de la movida del siglo pasado.
Desde una completísima biografía de Los Violadores (La Historia de Los Violadores / el Nacimiento del Punk en la Argentina, de Esteban Cavanna) hasta un recorrido por el hardcore de los ’90 (Historias del Buenos Aires Hardcore, de Julián Vadalá) pasando por los primeros pasos del punk barrial (De todo lo que vi... recuerdo la mitad, de Mariano Ludueña). Desde la historia de escenas parientes como la del ska (La manera correcta de gritar, de Daniel Flores) hasta el flamante Mi pequeña colección de punkinez, que compila en más de 600 páginas la producción en fanzines de Boom Boom Kid, los libros comparten un linaje internacional que incluye al autobiográfico Get In The Van, de Henry Rollins (el cantante de Black Flag que no es sólo un punk rocker escritor sino también editor), las publicaciones de la editorial estadounidense ReSearch, los clásicos Please Kill Me! (Legs McNeil y Gillian McCain) y England’s Dreaming (Jon Savage), libros de “escena” como Banned In DC, California Hardcore y Que pague Pujol! (el punk en Barcelona) y la Maximum Rocknroll, la influyente revista punk.
La organización de la Feria del Libro está a cargo del colectivo de autores que ya lleva publicados dos libros: Gente que No –que cuenta la historia de post punks, darks y otros iconoclastas del under porteño en los ’80– y Derrumbando la Casa Rosada, un testimonio sobre los orígenes del punk en la Argentina, ambos editados por la editorial Piloto de Tormenta. En el colectivo conviven periodistas –como el propio Sainz, Daniel Flores, Leandro Uría, Adriana Franco, Franco Varise, Jorge Luis Fernández, Juan Andrade–, diseñadores gráficos –Diego Ladrón de Guevara– y músicos más o menos legendarios que escriben en primera persona, como Patricia Pietrafesa –fundadora de los grupos Cadáveres de Niños y Sentimiento Incontrolable, actualmente integrante de Kumbia Queers y She Devils y editora del fanzine Resistencia– y Marcelo Pocavida, cantante de bandas emblemáticas como Los Baraja o Vudú. “Queríamos que quedara un testimonio escrito de un montón de historias que conocíamos, de forma directa y otras a través de terceros, pero que temíamos que se podían perder a falta de trabajos periodísticos exhaustivos. Del tema de escribir los libros veníamos hablando hace casi veinte años y al final, la espera sirvió. El paso del tiempo ayudó para que decantaran ciertos temas y no es casual que estos libros lleguen en momentos en que también se están publicando trabajos similares en otros lugares del mundo”, explica Daniel Flores.
EL BEST-SELLER INSOSPECHADO
El miércoles 30 se cumplen diez años del suicidio de Ricky Espinosa, el líder de Flema, un riquísimo personaje de Gerli que llenó cada uno de los requisitos para convertirse en el perfecto Espinosa, el suicidado por la sociedad. Se ha escrito mucho sobre él, sobre su derrotero por el sur, sobre sus andanzas de época, y aquí habrá que hablar de Ricky de Flema: El último punk, libro del periodista Sebastián Duarte. Se trata de un best seller insospechado: va por su cuarta edición –la primera fue publicada en 2005– y lleva vendidos más de 4000 ejemplares prácticamente sin difusión y con el respaldo de una editorial independiente como Ediciones Baobab. Ahora se estrena la versión teatral del libro. El último punk se presentará todos los jueves de junio a las 20.30 en La Ranchería, México 1152. “Es una versión libre, una especie de homenaje a Ricardo, y a lo que dejó plasmado en sus canciones y sus pensamientos –cuenta Duarte–. El director es Pablo Siroti y Cristian Majolo, un actor tandilense, hace de Ricky. Es un llamado a la reflexión. En este caso, como en el caso del Ricky Espinosa real, la idea no fue patear el tablero. Creo que la muerte de Ricardo fue un acto romántico, el acto de un utópico que no pudo cuajar con esta sociedad y sus imposiciones, sus reglas. Ese es el mensaje. Fue una elección, a mi criterio respetable, más allá de que no esté a favor de los suicidios.”
El último punk no es el único registro sobre la excesiva vida del cantante de Gerli. Hace unas semanas también se publicó Flema es una mierda (Mancha de Aceite), un ensayo con ribetes sociológicos sobre el punk local escrito por el periodista Diego Vecino a partir de la figura de Espinosa.
FUTBOL, ASADO Y VINO
Uno de los autores más originales de la escena es Fernando Prim, que en su debut En la cancha se ven los pingos, una colección de 28 cuentos populares publicados originalmente en el fanzine homónimo (una característica común a varios títulos es justamente ese salto de la fotocopiadora a la imprenta). El libro combina fútbol del Ascenso con espíritu punk 77, reuniendo en un mismo libro al grupo oi! inglés Cock Sparrer con las hinchadas de El Porvenir y Deportivo Merlo y postulando la improbable creación de una república skinhead en el partido de Morón. “Los cuentos son un espejo del fanzine: mucho fútbol, oi!, tango, All Boys, cultos juveniles como el skinhead o el punk, protesta social. En fin, historias de ficción con personajes deformes y genuinos que los podés encontrar en cualquier barrio de Buenos Aires”, explica Prim.
Otra de las editoriales más activas es Tren en Movimiento, comandada por Ale Natural, que compiló la producción de comics y trabajos del dibujante Max Vadalá en su Punk rock y tinta china y editó, entre otros libros, Agujas y sangre, un relato semiautobiógrafico del reconocido tatuador y cantante del grupo punk Acidos Populares, Mathías Rinaldelli. Su último lanzamiento es No permitas que maten tus sueños, que reúne los trabajos de otro pionero del periodismo punk en la Argentina, el marplatense Gerardo Dekadencia. “Con la editorial ponemos en juego ciertas herramientas que nos permiten ayudar a canalizar expresiones que se reconocen en tradiciones de proyectos emancipatorios, autogestivos, autónomos o, simplemente, que no encuentren otros medios de expresión a nivel editorial. Eso marca un poco también la naturaleza de lo que vamos editando y, en la mayoría de los casos, cómo lo vamos editando. El espíritu punk está quizás en la búsqueda por participar en redes solidarias, y en compartir y socializar esas experiencias”, dice Ale Natural.
Curiosa maniobra del tiempo: el no futuro del pasado se proyecta en el presente como una posibilidad contracultural concreta. La fugaz escena de chicos de clase media porteña que aspiraban espejarse en los proletarios ingleses se diluyó con la democracia. Las drogas y el aburguesamiento hicieron el resto. Cuando hace décadas que la mueca rebelde se volvió caricatura, un desperdigado ejército de tipos de 40 esquiva el destino de “viejos patéticos” que cantó Pil Trafa. Uno por uno, tratan de hacer ruido con sus borcegos raídos y honran el más noble de los legados del punk: el hacelo vos mismo. En eso andan.
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