Mariano Moreno. Abogado y periodista, fue el líder del ala más radical de la Primera Junta de Gobierno en Argentina, instaurada luego del 25 de mayo de 1810. La revolución en su estado de mayor profundidad fue su sueño eterno.
Mariano Moreno (1778-1811). Su figura no deja de impactar: “En pocos meses, aquel abogado circunspecto, cuyas batallas más importantes se desarrollaban, pluma en mano, en alegatos para clientes importantes, ese intelectual reconcentrado cuyos mayores peligros se producían en la polémica filosófica y jurídica, se ha transformado ahora en un revolucionario que entrega plenamente sus días a la causa de la ‘Libertad, la Igualdad y la Fraternidad’, que decide fríamente la necesaria represión sobre los enemigos del pueblo y que a altas horas de la noche abandona, sin escolta, su despacho para cruzar Buenos Aires resguardándose con dos pistolas bajo su capa. A ese hombre se le adjudica ahora la tarea de otorgarle un programa a la revolución, de formular la propuesta para instaurar el ‘nuevo sistema”.
La descripción la realiza el historiador Norberto Galasso, en el libro “Mariano Moreno. El sabiecito del sur”.
Radical y apasionado, de sangre fría y un pensamiento claro y lúcido, Moreno se transforma en el futuro en Rodolfo Walsh; corren por el mismo camino, de la inmovilidad hacia el riesgo temerario, como también lo hiciera Ernesto Guevara. Riesgo politizado y consciente que apuesta a un cambio estructural de la sociedad, a través del pensamiento y las ideas, como también en la defensa de la nueva sociedad desde las armas.
Ni locos aventureros, ni déspotas descarriados; los tres comulgan en la formación y desarrollo de la conciencia histórica, los análisis de los contextos que vivieron y en la convicción de cambio total del sistema.
El verbo y la pólvora como vehículo para la revolución, postura, como mínimo, respetable que todavía sigue abierta ante una realidad de explotadores y explotados.
Las citas en el libro de Galasso de otros historiadores -reaccionarios y conservadores- dilucidan y muestran la profundidad de las acciones y el temple de Moreno. Esos historiadores lo catalogan como un visionario frente a lo que después sería el marxismo.
Una de esas citas es de la obra “Las etapas de Mayo” y su autor es Federico Ibarguren, refiriéndose a la designación del abogado jacobino como Secretario de Gobierno y de Guerra en la Primera Junta: “A tres meses de aceptar el cargo, Moreno hubo de exacerbar quemando etapas -con distorsiones dialécticas de los hechos y adelantándose a las más modernas técnicas marxistas- el encono feroz...”.
Ibargueren se manifiesta de esta forma no sólo sobre el pensamiento morenista, sino con respecto al Plan de Operaciones, encargado a Moreno por la Primera Junta y donde delinea una política estructural para el país, que va desde la industrialización a la defensa de los recursos naturales, pasando por cuestiones administrativas para dar forma a un nuevo Estado.
El mismo autor escribe: “Cincuenta años más tarde nada menos que Karl Marx (que recién vino al mundo en 1818) escribirá también coincidentemente este pensamiento clave del comunismo actual”.
En el Plan de Operaciones, Moreno no hace concesiones con las clases poderosas que trababan los cambios en Argentina: “Es máxima aprobada que las fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporción de lo grande de un Estado, no sólo son perniciosas, sino que sirven de ruina a la sociedad civil, cuando no solamente con su poder de absorben el jugo de todos los ramos de un Estado, sino cuando también en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de la sociedad; demostrándose como una reunión de aguas estancadas, que no ofrecen otras producciones sino para el terreno que ocupan pero que si corriendo rápidamente su curso bañasen todas las partes de una a otra, no habría un solo individuo que no las disfrutase, sacando la utilidad que le proporcionase a la subsistencia política, sin menoscabo y perjuicio”.
Como el Libertador Simón Bolívar y posteriormente José Martí, Mariano Moreno fue atacado por oligarcas, terratenientes y contrabandistas. Y uno de los defensores del status quo en Argentina fue Cornelio Saavedra, el titular de la Junta de Gobierno que empujó a Moreno al destierro, al que ni siquiera llegaría debido a su extraña muerte en alta mar mientras se dirigía a Gran Bretaña.
Bolívar y Moreno, junto a Martí, Guevara y Walsh, son las figuras más intensas y clarificadoras de sus épocas. Revolución, destrucción de la reacción de derecha, práxis como motor de cambio y análisis precisos sobre la realidad son los mayores legados que dejaron.
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